Insúlteme

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

19 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Las injurias siempre han tenido un valor relativo que depende de la cultura y de la época. Por ejemplo, en danés lo más fuerte que se puede decir no implica mentar a la madre de alguien, sino llamarle «culo de campesino». Hoy en día en las sociedades latinas los insultos vuelan en todas direcciones «gracias» a Internet. Y sobre todo «gracias» a las redes sociales y a la aceptación de la seña de identidad del cobarde, que no es otra que el anonimato.

Así que me he dedicado a recopilar algunos de los insultos que me han dirigido los lectores bien del blog que mantengo en este periódico, bien (sobre todo) en Facebook, donde desde septiembre ya no estoy activo. En el blog, los seguidores de Fernando Arrabal me han llamado fascista, ignorante y exmiembro de la Brigada Político-Social del franquismo (este sí que dolió, mire usted, después de haber estado en búsqueda y captura por tres veces durante la dictadura), entre otras lindezas.

También en el blog, cuando publiqué que el zoo de Vigo no reunía condiciones de seguridad (lo decía la UE) me pusieron a caldo con palabras como coruñesista, corrupto y antivigués (este también dolió).

Y en Facebook, de todo: retrógrado mental y, sobre todo, machista cuando me declaré no feminista y sí partidario de la igualdad jurídica («Esto no va de igualdad, esto va de feminismo», me respondió alguien). Y ya no les digo cuando afirmé que si mi hijo con 6 o 7 años manifestara un comportamiento contrario al habitual en su sexo sin duda me asesoraría con psicólogos y médicos antes de acceder a un cambio de genitales.

En total, 62 insultos diferentes. Lo cual da una prueba del nivel de cultura y de respeto por las ideas ajenas en esta sociedad.