Miguel Ángel Martínez: «Recibir alimentación por sonda no implica una limitación importante»
SANTIAGO
Más de 6.800 pacientes recibieron nutrición artificial en sus domicilios en el 2018
10 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.De forma puntual o a largo plazo hay diversas patologías que obligan a que el paciente sea alimentado con nutrición artificial. Y muchos pueden seguir este tratamiento en su domicilio, cada vez más, ya que se introducen nuevos protocolos y se monitorizan procesos para que los usuarios puedan permanecer en sus casas pese a necesitar esta alimentación artificial. En el área sanitaria de Santiago más de 6.800 pacientes, en concreto 6.803, precisaron en el 2018 de nutrición enteral, la que se realiza fundamentalmente a través de una sonda nasogástrica o una gastrostomía.
¿Y por qué es necesario este tipo de alimentación? Por distintas enfermedades. Patologías digestivas, secuelas de enfermedades neurológicas o por tratamientos contra el cáncer como la radioterapia o la quimioterapia. También se incluye en esta cifra a las personas que residen en centros sociosanitarios.
La cifra de 6.803 supone un aumento de un 4 % respecto al 2017, pero la tendencia al alza es general, «no solo en nuestra área sanitaria sino en toda Galicia, de hecho si se consultan las publicaciones del grupo de nutrición artificial de la Sociedad Española de Nutrición Clínica y Metabolismo, es una tendencia que se da en todas partes», explica el responsable de la unidad de nutrición clínica y dietética, Miguel Ángel Martínez Olmos.
Los tratamientos se recogen en la farmacia hospitalaria y el paciente o sus familiares reciben de los miembros de esta unidad consejos para llevarlos a cabo, «algunos pueden tomarlos vía oral, y en esos casos el equipo les da unas instrucciones sencillas de cómo hacerlo, en qué momento del día o cómo combinarlo con la alimentación tradicional si es posible. Cuando se trata de una sonda nasogástrica o una gastrostomía, es técnicamente más complejo, y por eso el personal de enfermería de la unidad hace una labor de educación del paciente o de los familiares y cuidadores, para que tengan las menos complicaciones posibles», explica el responsable de la unidad.
Pero una persona que recibe alimentación artificial no tiene por qué tener dificultades para llevar un día a día relativamente normal. «El hecho de estar recibiendo alimentación a través de una sonda no implica ninguna limitación importante», apunta Martínez Olmos. El problema es la enfermedad de base por la que es necesario implementar esta nutrición. Por ejemplo, si el usuario tiene una patología neurológica grave, «esa es la limitación, no el hecho de llevar una sonda». La selección de pacientes que pueden recibir nutrición artificial en su domicilio ya se hace con aquellas personas que tienen una estabilidad suficiente y a quienes el hecho de estar en sus domicilios «les va a suponer un beneficio mayor frente al hecho de estar hospitalizadas», recuerda el especialista del CHUS.
A pesar de aumentar un 4 % el número de pacientes respecto al 2017, la coordinación con otros servicios, el seguimiento de los enfermos, la protocolización de la atención nutricional y la atención por parte del servicio de farmacia hospitalaria han permitido una optimización de los recursos, por lo que el gasto en esta prestación se redujo un 5 % en relación al año anterior.
Esta unidad atiende a pacientes mayores de 16 años, pero el perfil es muy variado ya que las necesidades de los enfermos varían mucho. También existen consultas monográficas, por ejemplo para el manejo y la detección de la disfagia orofaríngea, un trastorno que consiste en no poder preparar el bolo alimenticio al comer o ser incapaz de desplazarlo de la boca al estómago, y que afecta a más de 230.000 gallegos.
Usuarios. En el 2018 el área sanitaria de Santiago atendió a 6.803 pacientes que precisaban nutrición artificial en su domicilio, un 4 % más que en el 2017.
Motivos. Las causas más frecuentes para iniciar este tratamiento son patologías digestivas, secuelas de enfermedades neurológicas o de cáncer.