Ana Lage González: «El interés que tienen los gallegos por la meteorología no existe en otros lugares»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

xoan a. soler

Optimista por naturaleza, «nunca me planteo que las cosas vayan a salir mal»

04 mar 2019 . Actualizado a las 12:20 h.

Es de Ribeiras de Lea, en Castro de Rei, pero la vida la ha llevado por distintos lugares «y he tenido la suerte de que allí en donde he estado me he encontrado con gente maravillosa». En esa percepción puede haber influido su optimismo incansable, ya que admite que, «nunca me planteo que las cosas vayan a salir mal, aunque no siempre salgan bien». Ana Lage González (Castro de Rei, 1968), o al menos su voz, forma parte del día a día de la ciudad. Y es que son pocos los que no la han escuchado en alguna emisora de radio mientras explica la predicción del tiempo para los próximos días.

En su adolescencia dudó entre Física y Veterinaria, pero se decantó por la primera por un reto personal: «Me parecía una carrera bastante difícil y siempre me ha atraído lo difícil». Se fue a Valladolid, a una facultad en donde las mujeres eran minoría. Ya allí supo que quería dedicarse al campo de la meteorología, «quería saber el por qué de los cambios del tiempo», cuenta. En la carrera, además, aprendió el significado de la resiliencia. Había sido muy buena estudiante y allí se encontró con que «sacar buenas notas iba a ser complicadísimo». Pero no se amedrentó, sacó el título en sus cinco años y tras otros dos preparando el doctorado descubrió que la Aemet y la Universidad Complutense hacían un máster de meteorología. No lo dudó, y eso que «fue duro y hubo un cierto engaño no intencionado», ya que el año anterior se habían sacado plazas para trabajar en la Aemet, pero un recorte presupuestario dejó a los de su promoción sin esta opción.

Totalmente especializada en este campo, y mientras no se aclaraba su futuro, se fue a Londres a aprender inglés. Trabajó en McDonalds y acabó siendo responsable de lobby. «Le recomiendo a cualquiera la experiencia, aprendí lo que es el trabajo duro, la disciplina y a hacer las cosas bien», dice. Pero no olvidaba su vocación y consiguió una beca FPI para la Escuela de Ingenieros de Caminos de Valencia en colaboración con Iberdrola. Estuvo cuatro años en esa ciudad. Preparaba su tesis, daba clases particulares y se sacó otra carrera. ¿Por qué? Quizás por azar o por destino. «El caso es que no sé por qué fui a tomar un café a Informática, y vi un tablón lleno de anuncios de trabajo», cuenta. No eran buenos años para la Física y tampoco tenían mucho futuro en la escuela de Caminos, así que tanto ella como su marido, que también había estudiado Física, hicieron Informática.

Durante un tiempo compaginó las tres tareas, tesis, carrera y clases particulares. Su primer hijo nació en Valencia y fue en ese momento cuando decidieron volver a Galicia, «no por la ciudad ni los amigos, que eso nos partió el alma, pero las familias estaban lejos y comprendimos que queríamos tener algo aquí», cuenta. Se vinieron con un niño pequeño y sin trabajo, «pero como nadie me había dicho que las cosas podían salir mal, lo intentamos», cuenta riendo.

Y todo empezó a salir a pedir de boca. En Lugo los dos consiguieron trabajo en Agrobyte, un proyecto de la Universidade de Santiago que combinaba su doble formación, informática y meteorología, y tras un año allí tanto ella como su marido vinieron a MeteoGalicia. Ana entiende la curiosidad que tiene la gente por el tiempo y las predicciones: «En principio atrae porque es algo desconocido, y además la meteorología está especialmente metida en nuestras vidas, sobre todo en Galicia». Y es que asegura que «el interés que tienen los gallegos por la meteorología no existe en otros lugares». ¿Por qué? Porque aquí, cuenta, «no hay sector que no esté condicionado por ella, y lo que intentamos en MeteoGalicia es precisamente eso, la proximidad con el agricultor, el ganadero...». Numerosos particulares llaman a este centro «y contestamos con educación y la mejor de la sonrisas», dice con humor. Y en su caso, además, seguro que es así.

«No estoy de acuerdo con que el clima de Santiago sea malo, es variado»

Lucense que ha vivido en Valladolid, Londres y Valencia, Santiago le parece una ciudad maravillosa, «pero no solo cuando hace sol, sino que cuando llueve me parece espectacular». Y es que esta meteoróloga no está de acuerdo con que el clima de Santiago sea malo. «Es variado, y por eso cuando viene un día bueno lo apreciamos, te lo digo yo que he vivido años en Valencia», recuerda. No solo le gusta el contraste de la piedra y la lluvia en la zona vieja, sino el viento, «en un día de situación meteorológica adversa, con fuertes vientos y lluvia, el entorno de la Quintana y la Catedral es sobrecogedor».

Para su rincón elige el pabellón de Sar. Y es que Ana Lage y toda su familia son obradoiristas de pro. Este año, además, tiene muchas esperanzas en el equipo: «Hay que intentar luchar para dar el salto a Europa, tenemos que ser ambiciosos». Recuerda lo que dijo el deán cuando el equipo realizó la ofrenda al Apóstol, «representáis lo mejor de la ciudad, y creo que es verdad porque representan los valores de esfuerzo y humildad», reflexiona.

En MeteoGalicia lleva 18 años, llegó en enero del 2001 y asegura que ahora ya no es tan frecuente oír la manida frase de que los del tiempo nunca aciertan, «no es una ciencia exacta, pero ya no se escucha tanto». A diario realizan medio centenar de intervenciones en emisoras de radio y atienden a los particulares que llaman. Nunca se vuelven a poner en contacto con ellos después de la fecha para echarles en cara si la predicción no fue del todo acertada pero, admite, tampoco para agradecerles que fuese correcta, que es además lo que suele pasar. Pero esta pequeña falta de gratitud no ensombrece su vocación por una ciencia «que está incorporada en la vida diaria, sobre todo aquí», concluye.

Nombre. Ana Lage González, nació en 1968.

Profesión. Doctora en Ciencias Físicas e Informática. Trabaja en MeteoGalicia.

Rincón elegido. El pabellón de Sar: «Desde que el Obradoiro llegó a ACB no me pierdo un partido en casa. El baloncesto es una diversión familiar».