Alejandro Varela: «Desde mi ventana puedo tocar la fibra óptica, pero no tenerla»

La Voz

SANTIAGO

11 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Alejandro Varela Braña vive en la rúa Nova. Su vivienda está pegada al Teatro Principal. Aunque una de las cosas que más feliz lo harían en este momento es poder disponer de Internet a alta velocidad, la normativa urbanística que rige sobre el casco histórico se lo impide. «Desde mi ventana toco el cable de fibra óptica que da servicio al teatro, pero yo no puedo tenerlo», lamenta, al tiempo que critica que se hagan excepciones a la regla a favor de las instituciones y no se preocupen por el bienestar de los vecinos.

En su domicilio tienen contratado un paquete de conexión de banda ancha con Canal+ y otros servicios añadidos por 150 euros al mes, pero «tengo que dejar las películas que quiero ver descargándose por la noche para, con suerte, poderlas ver al día siguiente». «Estamos pagando por 100 megas y, como mucho, llegamos a uno», y ya ha habido dos empresas de márketing que se han ido de la calle por los problemas con Internet, dice.

Alejandro Varela repara en la paradoja de se prohíba sustituir los cables telefónicos -muchos de ellos fueron cortados porque ya no dan servicio cuelgan sobre fachadas y calles dando aspecto de abandono- por uno soterrado «sin el cual ahora nadie puede vivir y del que dependen, incluso, los sistemas de teleasistencia para las personas mayores». «Más aún, cuando ya hay una infraestructura que está dando servicio a una serie de privilegiados de forma ilegal», incide.

Suspenso en mantenimiento

«Aspiran a la progresiva desaparición del cableado aéreo y día a día aparecen nuevos añadidos y no quitan los viejos», insiste. Considera que el problema no son solo las normas que establece el Plan Especial, también que «no hay una política de mantenimiento», en el ejemplo anterior y en muchos otros, como a la hora de permitir que se instalen galerías de aluminio, que se sustituyan farolas antiguas por plafones de plástico o que se haga la vista gorda para que los camiones de la basura que superan los límites autorizados y transportistas «pasen a sus anchas» por la zona vieja. «Han pasado gobiernos de todos lo colores y ninguno cambia esta situación por miedo a los reparos técnicos, que están frenando el desarrollo del corazón de la ciudad», concluye.