José Antonio Liñares, hotelero: «En lugar de darte facilidades, parece que con la Administración ocurre todo lo contrario»

La Voz

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

11 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

José Antonio Liñares se siente un privilegiado. «Soy uno de los pocos que tengo debajo de mi casa, en la rúa Loureiros, un párking», dice. Sin embargo, con tres establecimientos hoteleros en la zona -uno de ellos dentro de la almendra-, ve a diario cómo sus empleados se las tienen que ingeniar para encontrar un sitio donde aparcar durante su jornada laboral. «Hay muchas personas que trabajan en el casco histórico y no pueden vivir en el centro de Santiago, por lo que dependen de un transporte público que no es válido ni se adapta a sus necesidades. Se ven obligados a venir en sus coches y la rotación obligatoria es para ellos un contratiempo. Antes tenían que ir y venir para cambiar el tique, porque una plaza en un párking puede salir por ciento y pico euros al mes, y no todos se lo pueden permitir», argumenta.

«Hay una hostilidad al coche incomprensible. Es normal que restrinjan la circulación, pero hay que ser consecuente y, digan lo que digan, es un elemento imprescindible para las familias. No hay apenas supermercados y para cargar con la compra, llevar a los niños cuando llueve o mil y una circunstancias es del todo necesario», sostiene Liñares.

Aunque considera que «sigue compensando vivir y tener tu negocio en la zona monumental, supone un coste mayor en todos los sentidos y percibes como una posición de hostilidad por parte de las administraciones a cada paso que tratas de dar, cuando cualquier propietario que hace una reforma es para generar calidad de vida o empleo. En lugar de darte facilidades, parece que ocurre todo lo contrario, todo es ilegal y les parece mal, cuando sería muy fácil solucionar ciertos temas y hacerlo mejor», continúa el empresario.

Para José Antonio Liñares, «el más absoluto disparate es que haya vecinos que tengan que conformarse con tener una velocidad de conexión a Internet propia del siglo pasado». «La llegada de la fibra óptica sería un gran avance», subraya. Habría, dice, una salto de calidad para los comercios, para los colegios mayores, en las escuelas, en los alojamientos turísticos y a nivel doméstico, ahora que se imponen las televisiones inteligentes, casas domóticas o simplemente para acceder a la Administración digital en igualdad de condiciones al resto de ciudadanos.