Armand Balsebre: «Mi imagen sonora de Santiago es la de las pisadas sobre la piedra mojada»

Irene martín SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

Considera que la radio es un medio estancado, «pero el modelo no está agotado»

02 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Vino a Santiago a dar una conferencia en el Ateneo y a presentar en Numax su libro Las cartas de Elena Francis, del que es coautora su mujer, Rosario Fontova. Sobre el histórico programa radiofónico, Armand Balsebre (Barcelona, 1955), catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad Autónoma de Barcelona, indica que el descubrimiento más importante ha sido identificar a la autora real del consultorio, Ángela Castells -la primera guionista-, a su vez integrante de la Sección Femenina de Falange, Acción Católica y el Patronato de Protección a la Mujer, «todas ellas instituciones dedicadas a recristianizar a la mujer en la nueva España que funda Franco tras la Guerra Civil».

-¿Qué diría de la radio que se hace hoy?

-La radio hablada está estancada, pero el modelo no está agotado. Faltan recursos e inquietudes para avanzar en propuestas narrativas innovadoras. Desde hace veinticinco años se hace el mismo tipo de radio. Pero sí es cierto que, a pesar de esto, la radio conserva un gran impacto entre la audiencia y sigue cumpliendo las funciones de servicio y compañía que ha tenido.

-¿Y por qué no se innova o arriesga en nuevos contenidos y formatos?

-La radio comercial está prisionera de la publicidad. Luis del Olmo e Iñaki Gabilondo fueron originales en sus propuestas iniciales de los años ochenta. Carlos Herrera es el heredero. Es decir, se apuesta más por el profesional-estrella que por el contenido, hasta el punto de que se pierde la imagen de marca de la cadena. Quizá la Ser es la que más ha cuidado su imagen institucional.

-¿Y qué papel le queda a la radio pública?

-La radio pública debe prestar un servicio a todos los ciudadanos, teniendo en cuenta a las minorías (religiosas, políticas…), e inventar cauces y canales para que la audiencia se apropie también del medio.

-Explíquese.

-Participando en la gestión de alguna franja horaria. Por ejemplo, los gitanos podrían hacer un programa hecho por ellos y para ellos. Radio 2 Clásica, sin ir más lejos, es una muestra de canal para una minoría. Pero también podría haber un canal de espacios dramáticos. En todo caso, la radio pública debe avanzar más y ser útil a todos los ciudadanos, no solo a la mayoría.

-¿Qué es la radio como medio de comunicación y expresión?

-La radio es el medio que mejor potencia la imaginación, y la imaginación es la antesala de la creatividad. Si cultivamos ese potencial con propuestas expresivas y comunicativas originales, estaremos contribuyendo a una larga vida del medio y a que los oyentes sean personas cada vez más creativas

-Esta ciudad también cuenta con una facultad como la suya. ¿Qué recomienda a los estudiantes?

-Además de aprender todo lo posible en Comunicación, deben seguir formándose en los ámbitos de la cultura y las humanidades. El buen profesional ha de mantener siempre la actitud abierta a aprender y a saber interpretar las claves políticas, económicas y culturales del mundo que lo rodea.

-Acaban de cumplirse cinco años de la tragedia de la niña Asunta. ¿Qué opina del tratamiento informativo que se le dio en su día?

-Una tragedia personal de estas características, donde el periodista entienda que antes está la lágrima o el insulto que la información sobre los hechos y el contexto, no favorecen el desarrollo del periodismo de calidad. Uno de los males de nuestro presente es la construcción de noticias a partir de declaraciones y no de hechos.

-¿Qué imagen sonora asocia a Santiago?

-Las que guardo en mi memoria están asociadas a la lluvia: el sonido de pisadas sobre la piedra mojada, el abrir y cerrar paraguas…

El protagonista. Armand Balsebre (Barcelona, 1955) es catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad Autónoma de Barcelona

Su último libro. Presentó en Santiago Las cartas de Elena Francis, una obra que tiene como coautora a su mujer, Rosario Fontova.