Ricardo Lezón: «Aunque todo está mal, flota la posibilidad de salir adelante»

carlos pereiro

SANTIAGO

CEDIDA

El músico ofrece hoy un concierto en la sala Malatesta, junto a Viva Suecia, dentro del ciclo Escenarios Mahou Galicia

26 oct 2018 . Actualizado a las 00:37 h.

Hoy • 22.30 horas • Sala Malatesta • 14,50 € • Ingenioso en las distancias cortas, hábil en la lírica. Ricardo Lezón continúa siendo un rico hacedor de canciones, cualidad que ha llevado a la práctica de una manera notable con McEnroe, y que ahora tiene su continuación bajo su propio apellido. Hoy actúa en Santiago, dentro del ciclo Escenarios Mahou Galicia; y mañana lo hace en Lugo.

-La pregunta obligada, supongo. ¿Donde empieza Ricardo Lezón y acaba McEnroe?

-En realidad nunca lo pensé mucho. McEnroe tenía un funcionamiento un tanto caótico que provocó el parón en el que estamos ahora y yo tenía canciones y ganas de seguir haciendo cosas. Creo que era un momento interesante de hacer un disco, pero no ha habido una inquietud de hacer algo distinto o alejarme de lo ya hecho.

-¿Acepta el término cantautor o le suena a otra cosa?

-[Ríe] Es un término utilizado de manera muy extraña. Un cantautor es un tipo que hace canciones y las canta, entonces todos los que nos dedicamos a esto tenemos que serlo. No me molesta, me parece muy bien.

-Usted estuvo viviendo un buen tiempo entre las montañas sorianas. ¿Sobrevivió bien a la soledad?

-La verdad que demasiado bien. Fui allí con la duda y se ha convertido en una de las épocas más felices de mi vida. Me sorprendió adaptarme tan bien. Incluso me asustó ver que podía estar bien estando tan solo. Sentí que encajaba. Solo puedo decir cosas buenas de esa temporada.

-¿Qué aprendió de esa reclusión voluntaria?

-Escribí un libro, compuse un disco… Venía de una época muy turbulenta en Marbella, algo completamente diferente, en un lugar donde realmente me sentía desubicado.

-Fue un cambio drástico.

-Fue algo muy tajante, en un día. Dije que no podía más y me fui. No sabía qué iba a encontrarme pero sabía dónde no quería estar. Tuve suerte porque me salió muy bien.

-¿Tan complicado es el amor? Lo digo porque parece que su inviabilidad es una constante en sus letras.

-Suelen preguntármelo mucho pero… No tengo un motivo más allá de pensar que es que todas las canciones que he escuchado en mi vida giran en torno a esa idea también. No soy el único que habla de ello en sus canciones. No me parece tan difícil el amor, ni tampoco tan marcado o triste como parece interpretarse de mis letras. Siempre me dio algo pena que se relacionen mis letras con la tristeza porque no escribo desde ella. Yo no la encuentro, pero es algo muy curioso. Haces temas pero pierdes el control sobre ellas.

-Su hija adolescente ha dejado su voz en «Esperanza». ¿Hay algo más bello que grabar una canción con un vástago?

-No, es lo más bonito que me ha pasado en la música. Fue una cosa completamente natural. Yo la escuchaba cantar en el coche, detrás, y pensaba para mí: «Qué bonito canta». Simplemente le dije un día si quería después del cole ir al estudio y cantar. Ahora el mayor orgullo sería que me dijera que una canción mía le gusta [ríe]. Ella está en otros parámetros musicales como adolescente que es. Ahora parece que se empieza a fijar más en lo que hago.

-Debe costar titular un disco «Esperanza» viendo cómo está el patio.

-Puede ser. Llegas a pensar que todo da bastante asco. Hay que agarrarse a algo bueno y me vino la frase esa de que a pesar de que todo esté hecho una mierda, la esperanza es incontrolable. Me gusta pensar que es así. Esa idea de que aunque todo está mal, la posibilidad de mejorar, de salir adelante, está siempre flotando.