«Aquí es imposible dormir los jueves porque el ruido es tremendo»

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

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Gritos, golpes, conductores bebiendo al volante y hasta en sentido contrario alteran el sueño en el Ensanche

14 oct 2018 . Actualizado a las 21:36 h.

Resignados. Agotados por las noches en vela. Cansados de ver que poco pueden hacer para cambiar la situación. Vecinos del Ensanche afectados por el botellón a las puertas de los locales nocturnos hablan de los problemas que ello genera. «Aquí es imposible dormir los jueves porque el ruido es tremendo, y los miércoles es complicado». Lo reconoce una estudiante mexicana que se mudó hace solo unas semanas a la rúa Alfredo Brañas. Su ventana da a la calle y las juergas universitarias, que empiezan a partir de las doce y media en la vía pública, ya le han robado unas cuantas horas de sueño.

Otros vecinos de su edificio, pegado puerta con puerta a una de las discotecas de moda de la zona, lo confirman. «Hace cosa de un mes se instalaron dos cámaras porque los chicos se colaban, bebían y orinaban dentro del portal. Amanecía todo hecho un asco y desde que se pusieron parece que ya no sucede», cuenta Carmen Ayala. Es de las menos perjudicadas del edificio, reconoce, porque su vivienda es interior «y si cierro todas las ventanas no escucho el barullo». La suya no es la única comunidad de la calle que ha instalado un sistema de videovigilancia como método de disuasión, el portal contiguo también, incluso algún comercio.

Juan Torrado, además de vivir en Alfredo Brañas trabaja en un negocio de esa calle, y reconoce que «hai malestar entre os veciños e sei que se queixan porque a policía tarda en acudir, aínda que entendo que terá os seus criterios». Él, que padece de insomnio, dice que en su casa cerrando las puertas y ventanas se oye el ruido igual. «A min persoalmente preocúpame máis outro tipo de comportamentos que poden ter consecuencias graves, como que anden ás arrancadas e xogando co coche cando a rúa está chea de xente. Polo que me comentaron, o outro día pasou un Audi ata tres veces en sentido contrario e a toda velocidade». Y, a los conductores que manejan después de consumir alcohol, se suman también los que beben al volante, con el coche en marcha.

¿Y al amanecer? «Da noxo», dice. «Ayer [por el viernes] esto era una cuadra», apunta Ayala.

Vecinos que se van

Pero este no es un problema exclusivo de Alfredo Brañas. Sucede en otras calles del Ensanche. Diego A. V. (prefiere mantener su anonimato) vive desde hace ocho años en la rúa Pérez Constanti. En su calle, algún edificio ha reforzado también la seguridad del portal. Cuenta que, a partir de la una y media de la madrugada, son frecuentes los gritos, cánticos «a todo pulmón», golpes a portales... «Cuando llamas a la policía te dice que no tienen patrullas disponibles. Alguna vez que han venido esperaron a que acabase el follón para hablar con los de la discoteca, en vez de identificar a los infractores y multarlos. Es una ciudad sin ley. Hay demasiada permisividad pero, sobre todo, falta de civismo por parte de algunos jóvenes», señala.

«Los jueves y viernes que trabajo por la mañana, duermo cuatro horas, con suerte», continúa el santiagués. Su apartamento se le ha quedado pequeño y busca uno nuevo en otro barrio: «Entiendo que quieran divertirse y tomarse unas copas, pero no hay derecho a que los vecinos vivamos pendientes de si salen o no. Se está volviendo una zona bastante inhabitable y eso devalúa la vivienda».

 

Los hosteleros: «Esta situación nos perjudica doblemente»

Jesús Pais, miembro de la Asociación Hostelería Nocturna, que aglutina al sector compostelano, explica que los botellones a la puerta de los pubs los tienen contra las cuerdas: «Esta situación nos perjudica doblemente. Primero, no consumen en el local. El beneficio económico es cero y nos supone un grave problema. Que hagan ruido molesta a los vecinos y nos enfrentan a ellos. En segundo lugar, es algo que está prohibido y nosotros mismos nos exponemos a graves sanciones. El 100 % de los locales intenta molestar lo mínimo a los residentes pero en este caso no podemos hacer más que poner carteles y pedir que no hagan ruido».

Laura Rey, presidenta de Tempo con Xeito, asociación de hostelería del Ensanche, coincide con Pais: «No somos policías y, personalmente, no me veo con la capacidad de pedirle a nadie que se calle y deje de beber en la calle. Sería bueno que empezaran a multar al que infringe la ley en vez de presionar a los hosteleros».