«No puedo salir cada dos horas por el coche»

r.m. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

El malestar se ha instalado entre los trabajadores del Ensanche por la aplicación del límite de permanencia en la ORA y por el temor a que se le escape la clientela por falta de alternativas

30 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La imposibilidad de estacionar más de dos horas seguidas en el régimen general de la ORA ha encendido los ánimos en el Ensanche, sobre todo entre el comercio, por su doble afectación como demandante de aparcamiento de larga duración y por el efecto que tiene entre sus clientes la repercusión de ese mismo límite, la merma de espacio en superficie y el coste de los párkings.

Si bien el incremento del espacio peatonal invita a disfrutar de la zona, ven la falta de alternativas para el vehículo como un verdadero obstáculo en el que las áreas comerciales ganan terreno. «Si vas a estar aquí dos horas y el párking te sale a 5 euros, pues no te compensa», afirma Carla Aguilar, quien se acerca a diario a pie hasta su puesto en Xeneral Pardiñas tras dejar su vehículo en Pontepedriña, no sin dificultad, pero con más garantía de éxito que en el campus, «que está imposible».

Pero entiende que son distancias disuasorias para quien se quiere acercar a hacer compras. «En el centro, o metes el coche en el párking o es imposible», lo que invita a muchos a irse a otras áreas comerciales, o a parar con muchas prisas para acotar la factura del estacionamiento, «porque cobran una barbaridad». «Y eso nos repercute», dice, aunque Carla no es la única que vive además los agobios de quien no encuentra acomodo en superficie y quiere evitar los párkings. Las prisas del cliente, preocupado ante estancias puntuales en zonas de carga o descarga o en doble fila -por la falta de espacio en la ORA- las conoce también Esperanza. Desde un establecimiento de Doutor Teixeiro afirma que en Santiago todo está enfocado para el turismo, la Catedral y para «que aparques en los párkings, que son carísimos». Hace años que ella optó por disponer de un garaje, pero lo de limitar la estancia máxima a dos horas le parece de «acoso y derribo» cuando, además, ante la necesidad de mover el coche «tienes que irte a la Residencia». Las autoridades, sin distinción de gobiernos, dice, «no miran por el comercio de Santiago».

«

Dou cambio todos os días

»

Natalia Garrido no solo comparte su enfado, sino que también lo sufre personalmente. Ha tenido que prescindir del vehículo para ir a trabajar porque «no puedo salir cada dos horas» a moverlo. Y, además, a una zona alejada. «Está muy mal gestionado», dice, pensando también en los clientes del comercio y la hostelería, porque dos horas a veces no son suficientes «para hacer recados, comer o ir a la peluquería». «Para eso te vas a un centro comercial», lo que «perjudica a todo el centro».

Para el comercio parece esencial «que te dejen cambiar el tique sin mover el coche». De esa opinión es Ana Freire, trabajadora igualmente del Ensanche, zona en la que Ángeles Garrido se instaló hace apenas un mes. En su caso, en Ramírez y, aunque desconoce cómo va la ORA, entiende que algo no debe de funcionar bien, al menos en el mecanismo de pago: los usuarios «pídenme moito cambio». «Dende que abrín dou cambio todos os días».

«Tendrían que inventar algún sistema» que facilite lo de las monedas, apuntan desde otro local del Hórreo con igual trasiego. Es lo habitual en los comercios con parquímetro próximo, aunque uno de Doutor Teixeiro poco menos que acabó siendo una asesoría sobre la ORA desde que arrancó la municipalización. «A xente estaba un pouco perdida ao principio» y las consultas eran habituales. Y aunque decrecieron, persisten. Ahora más vinculadas con el período máximo de estancia. «Antes [de la municipalización] non preguntaban e agora preguntan moito», afirma Nerea Fernández. A tan solo unos pasos, Nuria Iglesias acaba de encontrar una plaza para su vehículo en una ORA «que en vez de facilitar genera más problemática». Y no está dispuesta, dice, «a pagar 120 euros por una plaza de garaje, aparte de que no hay; ni a dejar a diario 12 en un párking». Y «no puedo salir todos los días cada dos horas», apunta molesta.

Fran Villasenín hace años que decidió contratar una plaza de garaje, con la que se ha sacado de encima el estrés diario de buscar estacionamiento. Y aunque entiende que lo ideal sería no utilizar tanto el coche en una ciudad del tamaño de Santiago, también sostiene que el transporte urbano no ayuda. Y debería hacerlo. Una contradicción, señala, porque «non podes depender do autobús para ir traballar, porque te pode deixar colgado». Un buen servicio de autobús, pero «bo», es lo que demanda Javier Castrelos, quien ve más el problema de las limitaciones de la ORA para su esposa, trabajadora en el Ensanche, que para él mismo como usuario. «Eu non poñería o límite horario, porque non se axiliza nada no centro e quédase curto para quen traballa nel», aunque por preferir, prefiere el modelo de movilidad del centro de Pontevedra, con un «bo transporte» y aparcamientos de borde.