Incendios en viviendas okupadas, un riesgo constante en Ferrol y A Coruña

Carmela López
carmela lópez FERROL / LA VOZ

SANTIAGO

JOSE PARDO

El problema no afecta tanto a Santiago, con pocas casas vacías y menos gente sin hogar

17 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El binomio casas deshabitadas y personas sin techo está resultando una combinación explosiva en ciudades como Ferrol y A Coruña. Deriva en okupaciones ilegales de viviendas con unas consecuencias bien conocidas por los servicios contraincendios, que, con más frecuencia de la esperada, tienen que enfrentarse a fuegos que, en realidad, estaban cantados. Y es que el hecho de entrar a vivir en un edificio que carece de los servicios básicos de agua y luz, como están la totalidad de los deshabitados, implica tener que utilizar velas para alumbrarse y fuego para calentarse o para cocinar. Si a esto se suma la realidad de que, en la mayoría de los casos, los okupas, entendidos como las personas que buscan un techo para vivir y no como miembros del movimiento social que toma bienes sin uso como un gesto de protesta política, suelen ser personas inadaptadas y con problemas de diversa índole, la situación se agrava todavía más.

El caso más reciente de un incendio en una casa okupada ocurrió el pasado día 10 en la calle Socorro, en A Coruña. El fuego surgió en el primer piso de un edificio abandonado de cuatro plantas que fue allanado hace cuatro meses y que, según los vecinos, era frecuentado por toxicómanos. Hubo un gran despliegue policial y de los servicios de emergencias, y, si bien los bomberos lograron controlar rápidamente el foco de las llamas, fue necesario mantener el dispositivo de seguridad ya que algunos okupas se resistieron a abandonar el inmueble. El incendio se reactivó al día siguiente y es el quinto de cierta magnitud que se registra en la ciudad herculina en el último año y medio en viviendas okupadas. No obstante, el suboficial de los bomberos de A Coruña Juan Manuel Morandeira manifiesta que este tipo de fuegos son «bastante cotidianos», aunque en muchas ocasiones se quedan en meros conatos, «pero de vez en cuando hay alguno que da la campanada».

Tres focos en un fin de semana

En Ferrol la situación es todavía más preocupante, porque, según fuentes de la Policía Local, se estima que hay unas 180 viviendas okupadas por familias en situación de precariedad o indigentes, de las que una buena parte corresponden a las casas de propiedad municipal del barrio de Recimil. Precisamente a raíz de un incendio en uno de estos pisos, la policía logró detener a tres jóvenes okupas que acumulaban efectos robados. No obstante, el mayor número de incendios se registra en los barrios de Ferrol Vello y Canido, en los que hay muchas viviendas ruinosas. Sin ir más lejos, el primer fin de semana de septiembre, los bomberos sofocaron tres fuegos localizados en un edificio de Santa Mariña, otro de San Xoán y un tercero en el callejón del Cuco, en Ferrol Vello. En ninguno de ellos había nadie cuando llegaron los equipos de extinción, pero los vecinos aseguran que en el interior dormía gente. En lo que va de año, los bomberos de Ferrol llevan atendidas siete incidencias en otros tantos edificios deshabitados, mientras que en el 2017 se habían producido cinco.

Indigentes

Por lo que respecta a Santiago, la incidencia es mucho menor que en A Coruña y Ferrol. De hecho, solo se registró un incendio a principios de año en una casa en la que pernoctaba un indigente, que salió ileso del percance. En cuanto a la existencia de okupas, desde el Concello de la capital de Galicia se informa de que si bien les habían comentado que otro indigente utilizaba la antigua nave de Koipe, no tienen datos oficiales al respecto. Y es que en Santiago hay muchas menos personas sin hogar, a pesar de que durante el verano hay una masiva llegada de peregrinos y algunos de ellos se contabilizan como sin techo, porque no tienen donde dormir.

En la ciudad herculina se registraron cinco fuegos importantes en un año y medio

Las zonas más conflictivas del municipio naval se localizan en Ferrol Vello y Canido

«Un día de estos vamos a salir volando»

Nació en la localidad asturiana de Avilés, pero con seis años se trasladó a vivir a Ferrol con su familia. Luis Castiñeira Castroviejo, que en la actualidad tiene 53 años, tuvo una vida complicada, porque pasó 15 años en prisión, con entradas y salidas constantes de distintos penales, casi siempre por cuestiones relacionadas con robos. Cobra una pensión de 410 euros -solo trabajó ocho meses en la construcción- por una minusvalía psiquiátrica del 75 %. Desde hace cinco años vive en un edificio abandonado del antiguo cuartel Sánchez Aguilera de Ferrol, en el que también residen en otros habitáculos una familia con varios hijos, dos parejas y algún varón más. En el soportal de entrada a los diferentes espacios okupados, la pared ya es negra por el humo y se acumulan hierros, esqueletos de sillas de bebés, bolsas con no se sabe qué, un brasero, garrafas de agua y dos bombonas de butano, entre un sinfín de efectos. Y en el interior de la «casa» de Luis hay montañas de ropa en las que «duerme el gato», algún mueble desvencijado y varias velas para alumbrarse por la noche, porque no hay electricidad. El propio okupa reconoce que el edificio en el que habitan es una bomba de relojería que puede explotar a la mínima. «El que cocina es mi vecino, en una bombona. Un día de estos vamos a salir volando», apunta, aunque después añade que son muy cuidadosos con las velas por la noche y también cuando encienden el brasero para calentarse, «porque separamos todo lo que hay alrededor».

«Si se produce un fuego en una casa deshabitada es porque hay gente»

Sobre el origen de los incendios en viviendas que, oficialmente, figuran como vacías, los cuerpos de seguridad y los servicios de emergencias coinciden en apuntar la autoría humana, bien por descuido o de forma intencionada, aunque muy pocas veces se puede comprobar. «Si se produce un fuego en una casa deshabitada es porque hay gente», asegura el suboficial de los bomberos de A Coruña Juan Manuel Morandeira, precisando que no siempre tiene que estar okupada, «porque puede ser un indigente que se mete un día para dormir o una pandilla de chavales que entra a fumar».

Y si resulta difícil determinar la autoría, todavía lo es más encontrar el origen del fuego, aunque lo más habitual es que lo provoque una colilla mal apagada o una fogata encendida para calentarse.

Pero al tratarse de escenarios en los que se acumula mucha basura y enseres, las llamas se propagan con mucha facilidad. Y como quiera que las paredes no suelen estar limpias, es casi imposible localizar el foco inicial. Según explica el jefe de los bomberos de Ferrol, Alejandro Barreiro, otra circunstancia que agrava estos fuegos está en el hecho de que la mayoría de las viviendas abandonadas son antiguas y la madera prevalece sobre otros elementos constructivos.

De ahí que los bomberos tengan que emplear muchas horas en la extinción y la posterior comprobación de que las llamas no se reaviven en los rescoldos. A la par, las intervenciones en esos espacios también son más peligrosas, precisamente por el mal estado de las estructuras. «Ya se han dado casos de bomberos que sufrieron caídas y lesiones al desplomarse alguna planta del edificio», según apunta Alejandro Barreiro.