Las voces de cerca de ochocientos intérpretes de 34 agrupaciones de toda la comunidad atacaron conjuntamente una docena de composiciones musicales
17 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Casi ochocientas voces se alzaron ayer en la plaza Central del Gaiás. Todas a una. Y con el ánimo de proyectarlas a toda Galicia. Porque de toda la comunidad llegaron las 34 corales que ayer pusieron sintonía a la capital con distintas piezas populares gallegas, habaneras, coros de zarzuela (...) y el Va pensiero, de la ópera Nabucco, acompañadas en varias de ellas por la Banda Municipal de Música. Cerca de ochocientos coralistas las atacaron a la vez y sin ocasión de haber ensayado juntos hasta una hora antes de la función del Gaiás, y no completa. El desmayo de una de las participantes -el sol pegaba fuerte en ese momento en la Cidade da Cultura- interrumpió el momento de poner la voz a tono al unísono antes de ofrecer el concierto que centró la celebración de la Romaría de Corais de Galicia, la más numerosa de las quince que ha celebrado la familia coral gallega en una iniciativa promovida en esta ocasión por la Federación Coral Galega y la Fundación Cidade da Cultura con la colaboración del Ayuntamiento capitalino.
La dispersión de los lugares de procedencia de las agrupaciones no facilita precisamente ensayos previos. Todas prepararon individualmente las piezas -en algún caso también con alguna agrupación vecina- que ayer habrían de compartir con sus colegas y su público en el Gaiás, público entre el que estaba el conselleiro Román Rodríguez y la concejala compostelana de Cultura, Branca Novoneyra. Fueron una docena de piezas, cinco acompañados por la Banda de Música compostelana, para concluir con el Himno galego.
Algunas de estas agrupaciones cuentan con más de medio siglo de actividad, uniendo en algunos casos a familias más allá del ámbito doméstico. El repertorio arrancó con Velaí vai, una pieza popular gallega, para mantener la atención del público durante prácticamente una hora. Previamente, buena parte de los coralistas y algunos familiares habían compartido mesa y mantel en el recinto de Amio.