El Obradoiro reencuentra la defensa

M.G.Reigosa SANTIAGO

SANTIAGO

MONICA IRAGO

Hlinason debutó con buena nota en la victoria frente al Alba Berlín

08 sep 2018 . Actualizado a las 00:35 h.

Volvió el Obradoiro de los 70, el que lleva los partidos a marcadores bajos, en ese umbral de puntos, y se llevó la victoria ante el Alba Berlín (74-68) en un duelo en el que los dos equipos mostraron discontinuidades y que están inmersos en pleno trabajo de acoplamiento. Todo lo contrario que el otro finalista, el Murcia, que parece ya muy engrasado.

La pretemporada sigue salpicada de pequeños percances que impiden a Moncho Fernández disponer de todo el plantel. En Vilagarcía no pudo contar con Spires (todavía con molestias en el tobillo), Kendall Stephens (se dañó también el tobillo, en el último entrenamiento) ni Ben Simons (convaleciente de una gastroenteitis, que incluso le impidió viajar). En su lugar entraron Martins Laksa y los canteranos Rafa García y Brais Losada. Y en el transcurso de la contienda Maxime de Zeeuw pidió el cambio y ya no volvió a salir. Se quejaba de un tobillo.

Por contra, debutó Tryggvi Hlinason. Y el Obradoiro lo agradeció porque el islandés hizo notar sus kilos y sus centímetros en la pintura, en los dos lados. Sin alardes, sin intentar más cosas que las que domina. No pareció que fuese su primer partido con el equipo.

El colectivo de Moncho Fernández completó un primer cuarto muy esperanzador, con Pepe Pozas marcando el ritmo en ataque y en defensa. El Obra pudo correr, trabajó bien en rebote y anotó con fluidez y con canastas muy celebradas por el público, como una de Brodziansky haciendo gala de un extraordinario movimiento de pies o un par de acciones de Llovet en el poste bajo.

El Alba Berlín comenzó haciendo daño con sus entradas hasta la canasta. Pero pronto se encontró con una defensa que supo cerrarse. Y, una vez más, el equipo santiagués fue creciendo a partir de su rendimiento en la retaguardia.

Atasco en el segundo acto

En el segundo cuarto, con las rotaciones el juego se espesó y perdió vistosidad, en los dos lados. Pero más en el del Obradoiro, que se atascó y vio como los alemanes, sin precipitarse, conseguían limar diferencias hasta igualar a treinta. Volvieron Pozas y Hlinason. Y en los minutos previos al descanso se puso David Navarro al volante. Al intermedio se llegó con un ajustado 38-32, fiel reflejo de lo ocurrido durante los primeros veinte minutos, en los que el colectivo de Moncho Fernández mejoró en todas las facetas excepto la larga distancia.

Tras el descanso el partido siguió por los mismos derroteros, sin continuidad, sin un dominador claro. El Alba Berlín se encomendó a Sikma, que acabó muy cansado. En el Obradoiro, en el tercer cuarto volvió aquella Ley de Kostas que entró en vigor en la temporada del estreno en la ACB. El alero griego, en combustión, necesita muy poco para hacer puntos. También tuvo sus minutos el canterano Brais Losada, que los aprovechó al máximo. Y volvieron esos gestos de raza que tanto gustan a la afición, con mención especial para un robo de balón de Navarro y un tapón postrero de Pozas.

El colectivo compostelano aguantó todos los acercamientos alemanes con una buena gestión defensiva y, en ataque, a tirones, con paciencia. A falta de cinco minutos el marcador reflejaba un empate a 62. El Obra tensó otra vez la cuerda defensiva, recuperó la iniciativa y ganó.