El tejado

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

SANTIAGO

25 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Sería fantástico. Ya lo creo. Un gran avance. Un sueño. Un bombazo. Una ciudad casi libre de coches, en la que poder caminar hasta la oficina. Sin pitidos ni malos humos, literales y figurados. Sería maravilloso. El gran paso hacia el futuro. Dejar atrás el cemento salvaje para que las calles nos recuerden que somos humanos. Una ciudad en la que pedalear hasta casa y coger la bicicleta para hacer los recados. En la que los días lluviosos de verano no lleven la etiqueta de caótico colapso. Ni las horas punta sean sinónimo del eterno atasco.

Que preciosa imagen la de dejar de pagar pequeñas fortunas por dejar el coche bien estacionado. Y poder olvidar de una vez por todas esa maniobra infinita en la que todos nos hemos enredado. Porque el sitio es pequeño, sí, pero también es gratis. Así que yo aquí, hoy, ahora, lo juro por lo más sagrado. Yo hoy aparco. Dejar de cruzar los dedos mientras circulas porque a lo mejor, con un poco de suerte, lo dejo en la zona azul. El gran triunfo del conductor compostelano.

Pero ay, la realidad que impera en Santiago. Que terca. Que despiadada, que no nos deja soñar con un Santiago humanizado. Porque a lo mejor estamos empezando las revoluciones por el cambio equivocado. La burbuja inmobiliaria desplazó hacia los concellos limítrofes a miles de compostelanos, que ahora se encuentran con que el transporte público es un grandísimo atraso. Hay zonas en las que antes que más factible que usar el autobús es venir a trabajar montado a los lomos de un pegaso. Quizá habría que plantearse si es que estamos empezando la casa por el tejado.