La UE resalta el gran potencial de la cultura y la creatividad en Santiago

La Unión Europea es consciente de que no es posible conocer en profundidad su territorio y sus gentes partiendo únicamente del análisis homogéneo de los 28 estados miembros, por eso es necesario descender hasta el nivel regional para apreciar la diversidad de sus culturas. «Los promedios nacionales -dice en un estudio sobre las ciudades líderes en el sector cultural y en creatividad- corren el riesgo de presentar una imagen engañosa en los países con disparidades entre diferentes regiones y áreas». Es por ello que el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea ha puesto en marcha una serie de estudios que analizan esta diversidad, y entre ellos está el informe The socio-economic regional microscope series, un trabajo que, partiendo de la pregunta «¿Son las capitales las principales ciudades culturales y creativas en Europa?», selecciona a 168 ciudades por su potencial cultural y creativo. En ese selecto club está Santiago, la única urbe gallega que figura en el documento.

La selección de las ciudades se hace partiendo de un conjunto de 29 indicadores cuidadosamente analizados, que se basan en su participación «demostrable» en la promoción de la cultura y de la creatividad y que se engloban en tres parámetros genéricos: las 93 ciudades que han sido o serán capitales culturales europeas hasta el 2019 o que hayan sido preseleccionadas para convertirse en capitales europeas de la cultura hasta el 2021; otras 22 ciudades creativas seleccionadas por la Unesco y 53 ciudades que albergan al menos dos festivales culturales internacionales en sus ciclos regulares. Lógicamente, Santiago ha sido seleccionada como ciudad que fue capital europea de la cultura en el año 2000.

La Comisión Europea basa el interés de este listado, que ha puesto a disposición de los responsables municipales de las ciudades seleccionadas, en que «los sectores culturales y creativos (SCC) se encuentran entre las ramas más dinámicas de la economía de la Unión Europea», además de «fomentar la innovación, el crecimiento y la creación de empleo, así como la cohesión social y el bienestar». Si bien es cierto que «los gobiernos de todos los niveles -local, regional, nacional y europeo- aprecian cada vez más la inversión en los SCC como un sector económico competitivo por derecho propio y por tener un impacto más amplio en la sociedad», también es verdad que es en las ciudades «donde se puede experimentar mejor el poder transformador de las CSS», que tienden a concentrarse en los grandes núcleos de población «para beneficiarse del aprendizaje mutuo o la disponibilidad de trabajadores con habilidades relevantes».

El informe hace referencia también a otra característica que se puede aplicar a Compostela. Basándose en estudios socioeconómicos, concluye que «en una economía posindustrial, las personas altamente cualificadas prefieren ubicaciones con mejor educación, patrimonio, arte y comodidades naturales», en referencia a las zonas verdes y la inclusión de estos espacios en las áreas urbanas.

Pero sobre todo, las ciudades que entran en este selecto club basan su economía, o tienen potencial para basarla en el futuro, en la gestión de su patrimonio cultural, en la organización de eventos internacionales y en la creatividad como motor de nuevos nichos de negocio y de creación de puestos de trabajo.

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