Y el mar se abrió paso en el Obradoiro

SANTIAGO

La luz y la pólvora recrearon el mito jacobeo en un espectáculo con músicos en directo

25 jul 2018 . Actualizado a las 11:44 h.

Hay sonidos que, por muchas palabras que se utilicen, nunca llegan a describirse del todo. Siempre guardan un matiz para el que el ser humano no ha inventado un concepto. Como ese silencio inquieto antes de una tormenta, esa calma incómoda. O como el embate del mar embravecido contra la roca. Ayer, las aguas feroces dejaron por un momento de lanzarse contra O Roncudo, las Cíes y Estaca de Bares. Por unos minutos, embistieron una y otra vez otra piedra. La que con el paso de los siglos ha ido conformado el corazón de Galicia. La plaza eterna. El Obradoiro, que como cada verano, se pintó de luz, de sonido, de efectos 3D. Y sobre todo, de pólvora.

Las historias hay que empezarlas por donde empiezan. Así que el autorretrato que este país fabrica con luz cada 24 de julio tenía que arrancar a la fuerza por aquella azarosa travesía con la que comenzó todo. Un barco surcando el pazo de Raxoi, otra vez un lienzo de piedra, mientras el sonido del mar furioso, ese que nunca puede describirse del todo, inunda una plaza inundada. Miles de personas. La respiración contenida ante una tormenta épica. Y entonces, la calma. Ha llegado. Ha tocado tierra.

Cantaban los grillos mientras trepa por los muros neoclásicos un Libredón. El bosque atlántico donde arrancó la leyenda. El Obradoiro al completo se adentra en la floresta. Se obra el milagro. La luz que señala la localización del sepulcro sobre el que se esculpió Europa. Corre la noticia. Hay un apóstol que descansa en los confines de la tierra. Mike Olfield dirige la orquesta mientras llueven las vidrieras. Y los peregrinos comienzan a andar el camino de las estrellas. La meta, la obra cumbre del románico. Un pórtico glorioso tras una fachada barroca. La ciudad que Almanzor intentó reducir a cenizas en una batalla que por un momento parece salir de los confines del la casa del Concello para lanzarse sobre la Catedral.

Arde el palacio, pero Compostela es eterna. Crece, se reconstruye. Cada vez más majestuosa. Más bella. Y sobre la piedra de Raxoi, más piedra. Vuela la ceniza de aquella batalla sangrienta. Y La luz va dibujando edificios emblemáticos de la ciudad: el tímpano de San Fiz Solovio. La portada del Rectorado. Las filigranas del Hostal. La robustez de San Martiño Pinario. Y sobre el pazo, más pazo. Poco a poco van encajando las piezas. Una reconstrucción en 3D. Y Raxoi, como Santiago, permanece. La plaza se completa.

Avanza un autorretrato que descansa en su historia las líneas maestras. Pero el color, el color siempre lo esparce la fiesta. Se abren aquí y allá ventanas. La foliada, claro. Siempre llega. Un decena de músicos llaman a la juerga. Cantigas e Agarimos interpreta la Polca de Castrillón, de su disco O corazón Aberto mientras caen sobre la fachada miniaturas medievales. La música siempre ha alimentado esta tierra, de la que de repente nace una enredadera. Dos estandartes con la cruz de Santiago y una lluvia de confeti avisan de que ya es la hora. De que el momento se acerca. Más de 360 kilos de pólvora esperan. Seis mil disparos, potentes haces de luz para celebrar el 25 de julio. Y que el espectáculo traspase los muros. Que la luz llegue a todos los rincones de Compostela. Que la traca final sea visible de Bonaval a la Alameda. De Lugo a Buenos Aires. Para que toda Galicia celebre. Y que empiece la fiesta.

Ofrenda y música del mundo

La resaca pirotécnica de ayer deja hoy paso a la tradicional procesión y Ofrenda al Apóstol, en la que este año será el delegado regio el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Santalices. El programa festivo arranca con la tradicional feria caballar. A las 12.30 saldrá a la calle la charanga de cabezudos. En el campus sur, continúa el Festigal, con Os Viqueiras de Ordes, Sonia Lebedynski y A Banda de Balbina junto a diversos talleres. A las 22 horas, la veterana banda francesa Dub Inc pondrá el ritmo reggae en la plaza da Quintana. A las 23 horas, Oîma Trio -Antía Ameixeiras (violín), Martín Senande (acordeón diatónico) y Olalla Liñares (clarinete)- ofrecerán en el Toural un repertorio de músicas del mundo.