Los santiagueses tiran al inodoro 180 toneladas de toallitas cada año

raquel c. pérez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOÁN A. SOLER

Provocan deterioros en la estación depuradora de Silvouta y daños ambientales

14 jul 2021 . Actualizado a las 21:11 h.

Cada mes salen de la EDAR de Silvouta quince toneladas de residuos no reciclables, 180 al año. La mayor parte son restos de toallitas húmedas. No se deben tirar por el retrete. Un icono lo indica en la mayor parte de los envases, aunque no en todos. Es pequeño, pero su mensaje está claro, y aun así gran parte de la población lo ignora. A pesar los atascos y averías causados por esas toallitas, usamos el inodoro como si fuera una papelera. Y las plantas de depuración sufren las consecuencias.

Explica Marta Clemente, responsable de extracción de aguas residuales de Viaqua, que «no pasa nada por tirar una toallita al váter». Pero Silvouta recibe las aguas de casi 97.000 personas y más de una lo hace. El deterioro que provocan en el sistema puede encarecer el gasto de mantenimiento hasta en un cuarenta por ciento. «En torno a unos cien mil euros más al año», señala el gerente de operaciones de Viaqua, Juan Antonio del Rey.

Antes de llegar a Silvouta las aguas residuales pasan por los puntos de bombeo instalados en territorio compostelano. Una treintena en total. Son los encargados de conducirlas hasta la depuradora para su tratamiento. Las toallitas se enroscan entre las bombas. Cuando se atascan, pueden provocan retenciones. Explica Del Rey que ocasionan malos olores «o incluso vertidos de aguas residuales al medio». Para prevenir averías más graves se revisan cada trimestre. Los residuos que no se quedan atascados llegan hasta la EDAR de Silvouta. Una barrera impide el paso de los restos sólidos de más de tres milímetros de grosor, que se desvían a un contenedor. Lentamente, sin pausa, se acumulan toallitas húmedas compresas, tampones y preservativos. El mal olor es intenso y penetrante. La rejilla no retiene todos los restos. «Las toallitas se rompen», explica Juan Antonio.

En la segunda fase de tratamiento del agua se separan los restos de grasa, aceite y arenas. Serán reutilizados en la generación de tecnosoles o la fabricación de fertilizantes. En la última se eliminan los restos orgánicos. Hasta aquí llegan los restos de toallitas. Se enredan en la maquinaria encargada de inyectar oxígeno y microorganismos en el agua, empleados para eliminar la materia orgánica. En enero se instaló un nuevo sistema, que hay que limpiar cada mes para evitar su deterioro.

Concienciar a la población

Viaqua organiza visitas guiadas de centros escolares a Silvouta. «A los niños les impacta muchísimo ver toda la basura que se acumula, que ensuciemos tanto». Ver los trabajos de limpieza, la enorme cantidad de residuos acumulados y percibir el mal olor «es la mejor forma de que se conciencien, más que una campaña informativa o que compartir mensajes en Twitter», explica Juan Antonio del Rey, e invita a asociaciones de vecinos u otras entidades a visitar la planta para comprobar en persona la magnitud de esta problemática.