La cuarta vuelta discurre en un terreno muy accidentado

Xosé manuel cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

ABRALDES

14 may 2018 . Actualizado a las 01:53 h.

Como en las vueltas de una carrera de GP, los corredores municipales pasan por delante de mayo. Es la vuelta cuarta. Y saben que el próximo mayo, el del podio y los banderines, es el definitivo, donde realmente hace la calor. O el frío, como momento álgido del mandato. La sensación la sentirá cada quien según le vaya en la liturgia electoral.

El último tramo del mandato discurre por arenas calientes, que los distintos grupos municipales pisan con cuidado para no quemarse. Delante siguen desfilando iniciativas y proyectos, pero las lentes son distintas. A menudo bifocales. También las de las administraciones que rodean política y administrativamente al Concello, arropando o asediando.

Si uno camina por arenas calientes, en un paraje extenso, puede sufrir también espejismos y manejar horizontes que poco o nada tienen que ver con la realidad. Las dialécticas estallan en el aire como en la Ascensión. Cualquier cosa cabe en la última vuelta del mandato. Y quien diga que en el trecho final uno no le va a apretar a conciencia las tuercas al equipo de gobierno, miente: lo ha dicho el portavoz de un grupo municipal en una entrevista.

Cualquier error, a estas alturas, es más que un error. Tiene otro precio. El concepto «erróneo» no cabe en el último tramo. Si alguien pilla un entuerto político y lo estira a gusto puede convertirlo en el desastre de Annual. La ventaja del equipo gobernante es que cabalga más ducho después de tres temporadas de magulladuras, dientes caídos y tiritas en el cuerpo. Lo más temible que uno puede sufrir, después de esa baquía trienal, es un gancho directo a la mandíbula. Ocurre si uno anda desprevenido. O si goza tocando la mandolina mientras el enemigo se disponer a descender por la chimenea.

¿Cómo pilló, por ejemplo, el concurso de la Escola de Música a Compostela Aberta? Tocando la mandolina. Ponerle rúbrica a un compromiso de subrogación que no figura en un pliego de condiciones es laudable, pero incumplible si a la otra parte contratante no le sale de los folículos. Es valorar a priori: no hay nada adjudicado. El dedo apuntó a Noriega porque todos los dedos apuntan a él, aunque no sostuviera la vela en ese entierro. Detrás hay a una veintena de trabajadores. Un desenlace nada fácil para Compostela Aberta, que ratificó el compromiso, ni para cualquier grupo municipal, pero quien está en condiciones de arrear es la oposición, no el que gobierna.

Apearse en marcha

Xade explotó en el inicio de la cuarta vuelta. Que Noriega regulara sus cuentas no fue suficiente para que dejaran de sonar las tripas de esta hambrienta sociedad. El «vamos a esperar» de CA con las pistas de pádel dejó a estas legalmente a la intemperie. Y la oposición se apeó en marcha de Xade. Un descuelgue inédito en la geografía municipal. A veces esperar acarrea consecuencias. El lujo de la calma solo parece ser patrimonio de Patrimonio.

Son ejemplos de que los descuidos o el dejar pasar el tiempo se pagan, y no a precios de risa. También se paga el caer en la técnica pesquera del cerco. Los asedios caben en la última vuelta y los damnificados son los sufridores ciudadanos, que reciben en sus traseros las patadas dirigidas a otros. La tragedia de la depuradora es que rueda ya en la vuelta cuarta, pero parada en boxes sin que nadie le ponga los neumáticos adecuados. Y en una carrera de Fórmula 1 el tiempo es dios. La pérdida de milésimas de segundo equivale a derrota. La interrogante planea: ¿quién no quiere ponerle los neumáticos a la EDAR para que llegue incólume y a tiempo?

Resuenan las palabras del susodicho portavoz municipal: quien diga que no va a apretarle las tuercas, hasta que duela, al equipo de gobierno, miente. Un informe jurídico claro de una Facultade de Derecho, con elecciones a la vista, solo tiene utilidad colgante en ciertas estancias. ¿Una exención de la evaluación ambiental? Váyase al garete. Quiero decir, a O Souto. La depuradora es de esos casos que desinflan el ánimo. No la próstata.

La cuarta vuelta es todo un reto. Noriega sabe que todos los tiros dirigidos a sus ediles o a otras personas van a parar a su figura. Es el único en Raxoi que necesita realmente un chaleco antibalas.