Para ser obispo de Santiago se necesita una sociedad fantasma

Xosé manuel cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

ABRALDES

La crónica de Xosé Manuel Cambeiro y Abraldes

06 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Tussa le está saliendo muy provechosa a Raxoi. Sirve tanto para un roto como para un descosido. A partir de las próximas semanas se ocupará de la grúa y de los parquímetros. Existen sociedades instrumentales, fantasmas, pantalla, fundacionales,... para legalizar algo, aprovechar la legalidad o simplemente sortearla. Hasta para algún máster se requiere una sociedad fantasma.

La Compostela de hoy se fragua también con sociedades, incluyendo la Iglesia. Para ser obispo auxiliar de Santiago, por ejemplo, hace falta una sociedad fantasma. Si el papa nombra obispo a Jesús Fernández, obviamente ha de darle un obispado. ¿Santiago? No, esta plaza ya tiene titular, Julián Barrio, y Fernández tiene tanta pinta de usurpador como este cronista de presidente de la Comisión del Mercado de Valores.

El obispado que le asignó el Vaticano es Rotdon. ¿Y dónde leches queda eso? Sabe Dios, y lo sabe porque es el jefe supremo del cotarro y está en todas las partes. Pero los humanos tientan el mapa y lo sitúan en Rosas, allá por tierras gerundenses. ¿No suena más a griego ese palabro?

A alguien se le ocurrió hace quince siglos escribir en una piedra el nombre de Rotdon, y de un tal Auxencio. Aunque ningún coetáneo de Auxencio, ni siquiera Jordi Hurtado, puede darnos noticias fidedignas de aquella época, se creó una sede episcopal. Jesús Fernández la ha heredado, pero es probable que le haya tocado un terrenito boscoso. No hay mayor desdicha para un obispo que ir a tomar posesión de su obispado y verse ejerciendo de druida entre los pinos del Ampurdán. Lo bueno de esta diócesis nebulosa es que, a diferencia de otras españolas, la han ostentado en las últimas décadas la tira de obispos extranjeros.

A Fernández le precedieron como titulares de Rotdon prelados como el irlandés Francis Lenny, el inglés John Rawsthorne, el argentino Néstor Hugo Navarro o el norteamericano William Tibertus McCarty. Es de desear que sepan todos ellos dónde está la comarca del Ampurdán en la que han ejercido. La exótica orla episcopal la cierra el obispo de Santiago. Ni que decir tiene que Jesús Fernández es una excelente persona, humilde, lúcido y un prelado entregado a la causa de la archidiócesis. Peguen oído en las instancias eclesiásticas y podrán corroborarlo.

Luminosa idea

No obstante, si el cronista ha querido avanzar hasta aquí es para remachar los párrafos anteriores con un epílogo que a uno le provoca cierta picazón anímica: triste y sola se ha quedado Iria-Flavia, una sede histórica que desde Teodomiro no ha tenido un mísero obispo que llevarse a la boca. Podría revivir sin duda, en un plano simbólico, su milenaria historia. Sí, Iria-Flavia está radicada en una diócesis, pero se supone que Rotdon se halla en otra.

Tussa es una sociedad creada para regir el timón de varias áreas municipales. Es más real y productiva que Rotdon, aunque este ente episcopal le haya proporcionado un obispo auxiliar a Julián Barrio. Para Compostela Aberta es una suerte que alguien haya parido la luminosa idea de crear Tussa porque ha permitido ponerle en bandeja la ORA y la grúa. No obstante, el futuro marcará su destino: mientras Rotdon es una sociedad divina y, por tanto, indestructible, Tussa es una sociedad terrenal sujeta a contingencias y avatares jurídico-administrativos. Y hay avatares de este tipo que hocican en la alcorza legal de la municipalización de la ORA.

Noriega ha querido separar lo divino de lo humano, quizás porque hay cosas de esta ciudad que, piensan muchos, no las arregla ni Dios. Ahí está la depuradora, sometida a tesis presuntamente irreconciliables. La grúa y la ORA, en principio, están ya sobre el carril de la gestión directa.

Tussa prepara el terreno para el aterrizaje de ambos servicios. Hay quien opina que le queda poca pista a la nave para que tome tierra sin riesgos. La iniciativa municipalizadora está poblada de augurios. Existe un principio trasladable a este caso: dejar funcionar la aprobada gestión directa, sin prejuicios sinceros o impostados, y si resulta que el funcionamiento de la grúa y la ORA no es más barato y eficaz, que se implante en las calles de Rotdon.

También irradia cultura y ocio la noche

Beber y beber como los peces en el río, ginebra y ron, no es nada aconsejable ni en los pubs ni en los botellones, donde el hombre se animaliza y se va con la mente obtusa a casa. O a dormirla en un parterre. Los pubs son lugares de ocio para consumir, charlar, ver y escuchar música. El casco viejo de Santiago tiene fama de brindar atractivos conciertos, espectáculos e iniciativas culturales. Dejar reducido el escenario crepuscular histórico a la fría piedra y al abrevadero no es la mejor opción para dispensarle bonitas noches a propios y foráneos. No serán memorables porque no se recordarán. Conjugando el ocio y el descanso, hermanados en una difícil convivencia, el casco antiguo es un paisaje lúdico-cultural diurno y nocturno a preservar. No debiera caber en ninguna cabeza despojarlo de ninguna de sus señas de identidad.