«A zona monumental é bonita e tranquila». Así la valora Jorge, que vive y trabaja en ella. Pero hay un reparo enorme que disuade a muchos moradores o posibles moradores de la zona: «Non ten servizos». Son carencias esenciales. Vivir en el casco viejo es sufrir problemas de presión del agua, ausencia de gas natural o no poder utilizar Internet, algo fundamental hoy: «Cando algunha empresa me chama por isto, con dicirlle que vivo no casco monumental xa non insisten e cortan axiña». No hay fibra óptica. Hay estudiantes que con este problema «marchan á zona nova». Y otras personas.
Los residentes dependen de las bombonas de butano porque no hay gas natural: «A saída que ten a xente coas propiedades é alugarllas a visitantes que veñen dous ou tres días, pero á xente de todos os días, non». Apunta que cuando se procedió al arreglo de la calle «se lle propuxo ao Concello soterrar os cables e poñer o gas natural, pero seica non compensaba facelo».
Obviamente, con la cobertura de todas las carencias que tiene la zona vieja, Jorge piensa que el casco antiguo sería un lugar idílico para vivir en lugar de un ámbito que ahuyenta al residente. De hecho, «hai xente nova que quere volver para a zona vella».
Detrás de la barra de la tasca está él, Jorge, pero recuerda que allí expendieron ribeiro durante décadas sus padres Juan y Manuela: «Sen eles isto non existiría». Sus progenitores acuden al bar a menudo a saludar a la clientela conocida y a enfrascarse en los recuerdos de una vida. ¿Y el futuro del Orense, Jorge? «Non sei que deparará. Non me gustaría que isto se perdera. De momento sigo tirando para adiante e serán as futuras xeracións as que marquen a senda cando eu non estea», dice.