El rey Juan Carlos se compromete a ser «un bo embaixador» del Camino de Santiago

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO

SANTIAGO

Xoán A. Soler

El monarca emérito fue nombrado embajador de honor en un acto al que también asistió la infanta Elena

23 mar 2018 . Actualizado a las 14:48 h.

Llegó puntual, con chaqueta azul marino y pantalón gris, con su ya habitual bastón y acompañado por su hija mayor, la infanta Elena. El rey emérito recibió en Compostela la credencial como embajador de honor del Camino de Santiago, que le entregó el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo. En un acto sencillo al que asistieron el arzobispo, Julián Barrio, el delegado del Gobierno, Santiago Villanueva, el presidente del Parlamento, Miguel Santalices, y numerosos representantes del ámbito judicial y político, Feijoo aprovechó su discurso para arremeter duramente contra el nacionalismo, justo el día en el que trece líderes independentistas catalanes han sido procesados por rebelión. 

El presidente de la Xunta lamentó que la insolidaridad del nacionalismo haya amenazado la propia democracia española y situó la figura del rey emérito como portavoz de los españoles «que queremos vivir una libertad sin ira». El popular hizo numerosas alusiones al discurso que Don Juan Carlos realizó en Aquisgrán cuando le entregaron el premio Carlomagno, y en el que defendió el papel de las monarquías como artífices de esos «grandes cuerpos» que son las naciones, limitando el espíritu devastador del nacionalismo. 

Feijoo ensalzó al rey emérito como valedor y protagonista de la Transición e insistió en las palabras europeístas de su majestad en Aquisgrán. El rey, que recogió la credencial de manos de Feijoo, evitó las alusiones políticas y las referencias a la actualidad en su discurso, y se limitó a mostrar su agradecimiento y a recalcar las cualidades del Camino, «un elemento que servía de arteria integradora para los pueblos de España».

El monarca habló en castellano y en gallego, este último con un marcado acento portugués, no en vano allí pasó muchos años de su infancia. Se comprometió a ser «un bo embaixador» y responder al honor recibido, y recordó también que ahora «que tengo más tiempo, espero siempre con ilusión el momento para venir y disfutar» de la comunidad gallega, concluyó.

Finalmente firmó en el libro de oro de la Xunta, un libro que prácticamente inauguró él siendo rey de España, y en el que dejó las palabras «con mi agradecimiento y mi afecto a Galicia».