A Patricia Vázquez no le gustan las grandes ciudades, y precisamente destaca de Compostela lo vivible que es: «Podes desprazarte a todos os sitios». Vivió en las afueras, «pero volvín porque non quero ser escrava do coche». También hay cosas que no le gustan, «como que nola están quitando os turistas». Dice esta actriz que en algunas épocas del año ni baja a la zona del Franco, A Raíña y O Vilar, que define como «tontódromo» porque todos dan vueltas en las mismas calles. Cree que hay mucho turismo que llega a Santiago, no deja ningún beneficio en la ciudad porque ni siquiera hace gasto, y sin embargo masifica la zona monumental.
Lo mismo ocurre en el barrio de San Pedro, en donde vive ahora, entrada de los peregrinos que llegan desde el Camino Francés. «Hai días nos que non che deixan andar pola rúa, veñen coa bicicleta polo medio da beirarrúa e ata acabo discutindo con eles», cuenta. En su familia nadie se dedicó al mundo del teatro aunque tiene esperanzas en una de sus sobrinas. De ahí que a Patricia le costase lo suyo que su madre aceptase su nueva profesión, pero lo logró. Eso sí, como apunta Ñuca, si lo llega a intentar, la progenitora desbanca a su hija. Era alta, guapa, elegante, «en el barrio era la que más», recuerda, «pero sabía estar, y en aquellos tiempos ya usaba gorra, la única que se los ponía», explica. «¡E foi a primeira en poñer pantalóns no barrio!», apunta Patricia. Hasta el expresidente del Deportivo Augusto César Lendoiro trataba de camelarla cuando estudiaba en Santiago intentando sacarle la gorra desde una ventana con un gancho, apunta esta vecina. Patricia recuerda las anécdotas y se ríe. Asiente a lo que dice Ñuca o matiza algo. Está en su rincón, con los que la vieron crecer, y se nota.