«El hotel que gestiono tiene mi sello»

xosé manuel cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

SANDRA ALONSO

Es la primera mujer al frente de la hostelería local y se siente orgullosa de ello

20 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sara no abandonó su acento lucense, de entre murallas. Vino a Compostela una vez de niña con su padre y otra de adolescente como excursionista. La primera vez le pareció «una ciudad enorme» y la segunda le encantó el ambiente. Santiago le había lanzado el gancho y, cuando vino a hacer la selectividad, inició Biolóxicas y residió en la pensión de Rosa Veiga. Pero a los 19 años se casó y tuvo hijos. Y vino la sentencia (favorable): «Me convertí en compostelana».

La familia adquirió en los números 8 y 10 de la Rúa do Vilar un precioso inmueble para albergar un hotel de encanto, bautizado con el nombre de la rúa. Sara se había empapado de contabilidad, regentó 35 años una gestoría y luego se dedicó a administrar la sociedad familiar hotelera. Y uno de sus primeros éxitos fue echarle el ojo al personal, inamovible desde el 2004. «Forman un equipo maravilloso», comenta.

Es una mujer entregada a la causa, hasta el punto de que ella misma decora las estancias, cose las fundas de los cojines, confecciona las sábanas para las cunas, elabora postres para la clientela: «Yo vivo todos los detalles. Todo esto es personal. Lleva mi sello».

Uno le echa un vistazo a los cojines, preciosos, y no se extraña del enfado que de repente expresa Sara: «Yo hago los cojines y luego me los roban. Y roban jarrones y adornos que yo confecciono o busco con esmero. Me duele, porque esto lo vivo». En los hoteles también entra gente ruin y desaprensiva. «Es que haces unas cosas apetecibles», le dicen a Sara sus hijos. Un bonito consuelo.

Por las las puertas del establecimiento entran españoles, extranjeros «y mucho turismo familiar». La gente repite, apostilla Sara, que lanza guiños de complicidad al personal del establecimiento.

Estaciones

Claro está, las estaciones del año se diferencian como el día y la noche. Octubre fue bueno este año, pero «la desestacionalización es terrible, desde noviembre hasta la Semana Santa. Vas picando». Solo la llegada de eventos importantes o congresos muda un poco el decorado. Sara no ve normal ese contraste y clama por publicitar más los recursos de la ciudad, de los que muchos turistas se enteran en el hotel.

La pérdida de atractivos como el botafumeiro constituyen también una adversidad. La falta de un acuerdo con la Iglesia, que pedía más dinero, desterró el incensario de la misa del viernes a las 7. El hecho mismo de que no pueda haber una ruta de las iglesias «porque están cerradas», es otra contrariedad para el sector turístico.

Lo que le parece incomprensible a Santos es que, existiendo en Santiago un Auditorio, un Palacio de Congresos o una Cidade da Cultura, «no se puedan hacer más cosas». También hay un aeropuerto que podría albergar más tráficos y más conexiones directas con otros países, asegura en tono de reproche.

Sara se siente orgullosa de ser la primera presidenta de la Asociación de Hostelería de Compostela, que «está teniendo ahora una buena aceptación tras el mal trago de la herencia recibida». El equipo actual lo configura «gente maravillosa y muy comprometida».

Aparte de bien avenido, el elenco gestor es mucho más operativo tras fundirse Hostelería y Hospedaxe en una única asociación con una directiva única. Antes, conseguir que todas las agendas coincidiesen en una fecha de reuniones, era más que complicado.

Nombre. Sara Santos Ferreiro, nacida dentro de las murallas de Lugo.

Profesión. Hostelera y presidenta de la Asociación de Hostelería de Santiago.

Rincón. La Rúa do Vilar, en la que está su hotel, porque le parece una de las calles más hermosas.