El orbital, una buena oportunidad para deshojar margaritas

Xosé manuel cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

ABRALDES

29 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los empresarios del norte de la ciudad se van a quedar sin uñas de tanto mordisquearlas. Ahora va, ahora no va, ahora va,... ¿Y mañana? Mañana irá. ¿Cómo? Irá. El enlace orbital se hace desear. La ciudadanía lleva mucho tiempo escuchando que el proyecto está en la recta final, una recta más prolongada que el propio recorrido.

Incluso las cuentas estatales no parecen muy fiables, con una partida que un día entra, otro sale y otro se altera. Lo que sí es seguro es que muchos ojos van a estar pendientes de lo que refleje el cuaderno presupuestario que redacta Madrid para el año 2018. Es ahí, dicen, en donde al fin se revelarán las verdaderas intenciones del ínclito Íñigo de la Serna y el cariño que le prodiga a la ciudad.

Por lo de pronto, Fomento sigue horneando el proyecto y uno espera que no se pase de vueltas y se entregue chamuscado. Para que llegue sano al norte de la ciudad debe comunicar la autopista con la autovía en ambas direcciones, conectar con los polígonos empresariales (al fondo se divisa la N-550) y enlazar con el aeropuerto. Seccionar cualquiera de estas patas como los tentáculos de un pulpo enfadaría a la parroquia.

Entretanto, Audasa sigue trenzando su recorrido conforme al proyecto que se trajo para ampliar la AP-9 entre el norte y el sur. Una ampliación que, por cierto, algunos opinadores recortarían de ser necesario para enlazar bien la ciudad. Mejor no tocarlo, pero en última instancia, si el dilema se impone y obliga a priorizar, pues hágase si se cree que está cebada la AP-9. No es la decisión de Sophie. Lo lógico, con todo, es vestir los santos con el ropaje encargado para cada uno.

Un buen tronco necesita buenas extremidades y, aparte de la que entra en la ciudad por el Gaiás, no puede quedar manca el área norte. Íñigo de la Serna sabe lo que hay y ya puede ir quitando esos cinco millones que cuelgan en las cuentas del año 2017 y relevarlos por una cuantía más aconsejable. A poder ser, superior a los 31 millones. ¿Por qué no firmar por 46, al menos? Los cinco millones vigentes, por lo demás, aún no se dejaron ver. Timideces.

Doble sentido

De nuevo un convenio salvador, como en la depuradora de O Souto, habrá de acudir en socorro del enlace orbital. Lo anunció Fomento, que ya lo había anunciado en el verano del año 2015. Está bien refrescar la memoria, pero sería conveniente que el concierto entre el Ministerio y Audasa para soldar bien las comunicaciones del norte no se dilatase in eternum. Y ahí la depuradora no es un dechado de virtudes, con la estilográfica aún empolvada y García Tejerina encestando almanaques.

Es inexcusable entroncar los proyectos con sentido, en gallego pastoril sentidiño, porque el camino que sigue Audasa solo conduce a una dirección. El orbital debe resolver la cojera de la conexión autopista-autovía con el doble cambio de sentido y la reversión del sentidiño. Un vocablo autóctono que De la Serna seguro que aprendió de Alberto Núñez Feijoo, su posible jefe.

Al acecho de lo que haga De la Serna está el movimiento cívico-empresarial. La paciencia de los empresarios del norte, encarnada por Jesús Chenel, está en juego. Otros colectivos optan por la palestra porque están convencidos de que el que no llora no mama y si no se presiona vendrán las pelamesas y el crujir de dientes. Cuando los presupuestos estatales se desnuden y dejen ver sus vergüenzas veremos lo que Madrid guarda para Compostela. Pero una cosa sí es cierta, que el optimismo no llega precisamente a raudales.

Existen otros proyectos esenciales y preocupantes del Ministerio, y de otros ministerios, que la ciudad tiene entre ceja y ceja. Pero no se podía correr turno con el enlace orbital.

La ciudad quiere creer que todo irá bien y que el Íñigo de la Serna que habla por Santiago sea el bueno y no su doble huidizo. Tener un doble es para personajes que lo necesitan realmente como Kim Jong-Um. Lo raro es que el presidente norcoreano no aproveche esa posibilidad para aparecer en sus comparecencias más delgado y apuesto.