Contorsionismo

Montse García Iglesias
Montse García AL TRASLUZ

SANTIAGO

26 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada día es más difícil. Los vehículos aumentan su tamaño y las plazas de garaje no crecen. De esta forma, entrar o salir de los vehículos en alguno de los aparcamientos de Santiago se convierte en una actividad propia de un contorsionista. Ahora un pie, ahora de lado, después empiezas a incorporarte y llega el momento crucial: ¿Pasará el resto del cuerpo? Esta vez sí, después de casi hacer números propios de un gimnasta, algo que no está al alcance de todo el mundo. Es más, el 90 % de los conductores y ocupantes de vehículos, por no decir un porcentaje mayor, no reunimos las condiciones necesarias para los movimientos que exige entrar y salir del coche. De ahí que lo frecuente es que únicamente el piloto sea el que se arriesgue a quedar atrapado en el vehículo sin poder salir y el resto de ocupantes se baje con anterioridad. ¿Y si llevas un niño en su silla? Ahí la cuestión ya se complica un poco más. Sin poder abrir la puerta lo suficiente y sin posibilidad de realizar movimientos contorsionistas, ya solo queda armarse de paciencia y dar vueltas por el estacionamiento de turno en busca de una plaza pegada a una columna que dé un poco más de margen. Ahí ya no vale salir del paso buscando un lugar donde no haya ningún coche al lado porque ¿después como meto al bebé si este está ocupado? Al igual que los estacionamientos tienen que cumplir normas como el cobro por minutos, alguien debería fijar un ancho mínimo de las plazas para permitir el acceso al vehículo con una mínima facilidad. La exigencia no es abrir la puerta por completo. Sería suficiente con poder acceder sin tener que girarse y pegar la espalda al coche.