Los olvidados

Serafín Lorenzo SERAFÍN LORENZO

SANTIAGO

23 sep 2017 . Actualizado a las 07:38 h.

Frustación. Rabia. Incomprensión. Son los sentimientos que un vecino de la rúa do Olvido compartió esta semana en estas páginas. Como otros propietarios de viviendas y negocios afectados en la misma zona, el inquilino del número 21 no entiende cómo es posible que, casi un mes después de la tromba de agua que en la tarde del 28 de agosto anegó su casa, la sala de estar siga pareciendo el resto de un naufragio. El lodo todavía alfombra el suelo. Los enseres arramblados por la fuerza de la riada se amontonan contra las paredes. Y la huella de la altura que alcanzó el agua mide el nivel de desesperación de una pareja que sigue sin poder habitar su morada. Porque la necesidad de recuperar su vida se topó con esa fría maquinaria burocrática que no entiende de dramas ni de urgencias. Sí, aquí la noticia hubiera sido encontrar al otro lado del teléfono una respuesta diligente que activara una actuación eficaz. Pero no. Ha sido necesaria la mediación del Concello, una vez que el caso salió a la luz, para que a estas personas se las escuche.

El despropósito se multiplica si se tiene en cuenta que las causas que lo originaron eran sobradamente conocidas. La zona ha sufrido 40 inundaciones en los últimos 33 años. Parecen oportunidades suficientes para dar con la solución a un problema al que también están abonados en la rúa do Franco y del que no se libran ni en el Ensanche. Pero habrá que esperar al parte de incidencias de la siguiente tromba. Los olvidados son algo más que el descarnado retrato social de la memorable película de Buñuel. Son los ciudadanos que portan la piedra que acaba rodando una y otra vez por las rampas de la burocracia.