Raxoi no descarta colocar maceteros y otras medidas de seguridad en las zonas más sensibles de la ciudad

S. Luaña, T. Montero SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

SANDRA ALONSO

Turistas y peregrinos conjuraron esta mañana la alerta terrorista disfrutando del buen tiempo en las calles

19 ago 2017 . Actualizado a las 18:45 h.

El gobierno local de Santiago no descarta incrementar las medidas de seguridad de las calles más sensibles y de los accesos a la Catedral con la colocación de maceteros, bolardos y otras medidas de protección física contra el terrorismo. Esta fue una propuesta que se hizo en la reunión que mantuvieron el viernes el alcalde compostelano, Martiño Noriega, y el concejal Xan Duro, con los responsables de la Delegación del Gobierno en Galicia, de la Policía Nacional y de la Policía Local. De hecho, el gobierno local ha incluido en los remanentes de los presupuestos una partida para reforzar las medidas de protección en la calle San Francisco, una de las zonas calientes de los accesos al casco histórico. De todos modos, las actuaciones que se van a llevar a cabo todavía están sin concretar y tampoco se dieron a conocer detalles de las medidas que se barajan por cuestión de seguridad.

La propuesta coincide con la que hizo pública esta mañana el sindicato policial SUP, que reclama para Santiago la colocación de bolardos en el casco histórico y otras medidas de seguridad, por ser uno de los principales destinos turísticos, objetivo en el que se centrarán las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado tras la decisión del Gobierno de reforzar los controles aunque sin elevar el nivel de alerta antiterrorista. 

Sin levantar la guardia pero sin dejarse llevar por la alarma, Santiago hizo suyo el lema catalán de "No tinc por" ("No tengo miedo") y disfrutó hoy de una mañana de verano en las calles de la ciudad, una fiel estampa de que la vida sigue tras la tragedia sufrida en Barcelona. Lo hizo a la misma hora en que el Gobierno decidía mantener el nivel 4 de alerta terrorista, aunque reforzado. Pese a ello, la presencia policial en las calles de la ciudad fue escasa, aunque con las patrullas habituales en el entorno de la catedral. Turistas, peregrinos y vecinos, deseosos de recuperar la normalidad y de demostrar que el terrorismo no puede acabar con una forma de vida que hermana a las ciudades europeas, llenaron de algarabía el casco histórico, donde se repitieron las colas habituales para entrar en la Catedral y donde los músicos callejeros amenizaban la jornada. 

«No vas a dejar de viajar por los atentados»

Faltaban cinco minutos para el mediodía y la imagen de la Praza do Obradoiro no se diferenciaba, a simple vista, mucho de las de otras jornadas de agosto. Llena de turistas y peregrinos de varios países, y colas para subirse en el tren para conocer la ciudad. Pero cuando sonaron las doce campanadas, ese trajín habitual se detuvo. Visitantes y vecinos se sumaron a los representantes de la corporación municipal en la concentración en repulsa por los atentados de Cataluña. Entre los varios centenares de personas, había caras emocionadas y alguna lágrima derramada en recuerdo de las víctimas. El broche fue un largo aplauso antes de dispersarse para continuar con el plan de la jornada.

Si había en algo unanimidad entre los que ayer recorrían Santiago era en que los atentados no les habían hecho dudar ni por un momento en mantener su visita tal y como la tenían planificada. Solo el sonido de los helicópteros sobrevolando el casco histórico, más agentes armados en la zona de Praterías y el furgón de la Policía Nacional situado en el acceso al Obradoiro en el que se encuentra el Hostal dos Reis Católicos -el opuesto al ocupado habitualmente- contradecían la sensación de que ayer era una jornada más y demostraban que ya se había reforzado la presencia de fuerzas de seguridad.

Pese a esa sensación de normalidad entre los turistas, los atentados tampoco eran ajenos. «Claro que se piensa en ellos, visitas los sitios con más angustia, pero tampoco vas a dejar de hacerlo y de viajar», respondían miembros de dos familias de Sevilla y Toledo mientras hacían cola para abrazar al Apóstol. Otros señalaban al helicóptero como único indicio que les hacía pensar en una mayor vigilancia.

Precisamente, a mantener la normalidad y a vivir sin temor apeló el alcalde, Martiño Noriega, al finalizar los cinco minutos de silencio. «Mostramos un rexeitamento sen matices ante os embaixadores do medo, que pretenden xerar pánico na sociedade. O triunfo deles sería ese, que viviramos con medo», afirmó. Además, añadió que «hai que seguir mantendo a vida do día a día e o latexo dunha cidade que é Patrimonio da Humanidade». También destacó que hay que confiar en las fuerzas de seguridad. Ayer, ya mantuvo conversaciones con el subdelegado del Gobierno y con representantes de la Policía Nacional y Local.

En la concentración en la Praza do Obradoiro participaron, además de los miembros de los cuatro grupos de la corporación y otros representantes de partidos políticos e instituciones, dos integrantes de la CUP, que estos días están en Galicia. La diputada Anna Gabriel agradeció las muestras de apoyo y solidaridad que estaban recibiendo. El Concello también emitió un bando de condena al ataque terrorista.

Las muestras de solidaridad con Barcelona y Cambrils se sucedieron en Santiago y su área durante la jornada. Así, hubo actos en la Xunta, el Parlamento y en el Hospital Clínico, además de en concellos como Ordes, Ames y Oroso, entre otros. Las banderas también ondean a media asta en edificios públicos e institucionales.