El hombre que soñó con una aerolínea gallega

s. antón VIGO / LA VOZ

SANTIAGO

Antonio Besada Domínguez fue enterrado en el cementerio de Santo Tomé de Freixeiro

03 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Se puede soñar con vuelos entre Galicia y Lisboa», afirmaba Antonio Besada Domínguez hace unos lustros, cuando ocupaba el despacho de gerente de Iberia en Santiago. Este vigués del 31, al que ayer despidieron para siempre familiares y amigos, pudo ver el sueño cumplido, ya que tanto Peinador como Alvedro están conectados con la capital portuguesa. Sin embargo, hay un sueño que ya no podrá ver, el de la aerolínea gallega por la que tanto luchó y que tantas noches en blanco pasó. Fue un proyecto que incluso llegó a tener nombre, Galicia Airways Intercontinental, pero que nunca despegó.

Antonio Besada estaba convencido de que la emigración proporcionaría la demanda suficiente para garantizar una ocupación rentable. Los primeros destinos a los que se proponía llegar eran México, Nueva York, Caracas, Buenos Aires y Río de Janeiro, a los que en una segunda fase se sumarían Montevideo, Santiago de Chile y Cuba. La idea no solo entusiasmó a los empresarios gallegos en el exterior, sino que también gustó a la Xunta, que financió el estudio de viabilidad de la compañía. Los primeros aviones tendrían que estar volando en 1996, pero los problemas para encontrar financiación terminaron por aparcar la iniciativa.

La vida profesional de Antonio Besada estuvo ligada a Iberia desde mediados de los años 50, cuando ingresó en la compañía como auxiliar administrativo -«porque no había un puesto más bajo en el escalafón», solía ironizar- en la delegación de la compañía en Barcelona. A la ciudad condal llegó desde Vigo, donde había cursado estudios de perito mercantil en la Escuela de Comercio. Más tarde, ya destinado en Santiago, se matriculó en Económicas y a continuación en Derecho.

Casado con Milagros Vergara y padre de cuatro hijos, sus idas y venidas profesionales le llevaron también a Portugal y a Brasil. Buena prueba de lo que representaron los aviones en su vida es que la familia incluyó uno en la ofrenda de sus bodas de oro matrimoniales. La ceremonia se celebró en el mismo lugar en el que se había casado en 1959, la iglesia del Carmen de As Travesas.

El trabajo siempre le dejó tiempo para sus otras devociones, la filatelia, el baloncesto -presidió el Club de Amigos del Obradoiro- y la filantropía, que en este caso practicaba como miembro del Club de los Leones.

Desde ayer, Antonio Besada descansa en el cementerio de Santo Tomé de Freixeiro.