El plan para limitar las emisiones de CO2 requiere 52 millones de euros

rosa martínez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Carlos Folgoso

El Concello pretende reducirlas en un 40 % hasta el 2030, aunque los primeros plazos se fijan ya para el 2020

03 jun 2017 . Actualizado a las 12:51 h.

Prácticamente 52 millones de euros. Esa es la inversión que requiere la ejecución del plan de acción para las energías sostenibles (PAES) que el Concello aprobó recientemente con el objetivo de reducir en un 40,6 % la emisión de gases de efecto invernadero hasta el 2030. En esencia, se trata de desarrollar desde el ámbito municipal iniciativas que aumenten la eficiencia energética para disminuir el consumo de energía y, con él, minimizar las emisiones de CO2. Y también de motivar a terceros en ese sentido.

El objetivo parece lejano, pero no lo es tanto, porque la primera meta se localiza ya en el 2020. Para entonces, el reto es rebajar en un 20,5 % las emisiones del 2015, el año de referencia del plan, en el que Compostela superó la media gallega, pero también la española, según los datos que maneja ese documento y que concreta en casi 590 las toneladas de CO2 que el municipio emitió a la atmósfera. Sale a 6,2 por habitante. La diferencia es notable con la estatal, que estuvo en 3,8.

El dato llama la atención, y desde luego lo hizo en el gobierno. A falta de un análisis profundo, el edil de Medio Ambiente, Xan Duro, apunta al alto nivel de población flotante, tanto con la entrada diaria de vecinos del entorno y sus vehículos como con los estudiantes y el turismo. Todos inciden en un consumo energético cuya relación per cápita se hace solo sobre la población censada, «e iso dispara as cifras».

La industria es la que más contribuye a esas emisiones. Hasta el 37 %, mientras que las emanadas del transporte rozan el 29 %. El sector residencial aporta el 18,5 %. El resto procede del sector servicios y del de residuos.

Sobre la mácula ambiental del transporte es sobre la que Compostela Aberta (CA) quiere ejercer mayor control, hasta el punto de que aspira a que ya en el 2020 suponga el 34 % de la reducción total de emisiones. Y el 39 % del global proyectado hasta el 2030. Es también sobre la que los gobiernos locales pueden incidir mayormente con sus políticas. Y CA no solo ha continuado con la programación de sus antecesores de ganar espacio para el peatón en el centro urbano a costa de limitarlo para el transporte privado, sino que también quiere «pacificar» el tráfico reduciendo velocidades.

Poner coto al coche en el centro urbano y promover modelos alternativos es la filosofía del futuro plan de movilidad, que con 23,7 millones vinculados al PAES supone el 46 % de las inversiones que Raxoi considera adecuadas para llegar al nivel de reducción de emisiones fijado hasta el 2030. El grueso de ese gasto no proviene, sin embargo, de nuevas reurbanizaciones, aunque hay proyectos en cartera por varios millones, sino de la renovación de la flota de autobuses urbanos.

Quince millones estima el Concello que costará hasta el 2030 la dotación de nuevos autobuses más respetuosos con el medio ambiente aprovechando el nuevo concurso. Tres millones serían precisos ya hasta el 2020. El resto lo asumiría o amortizaría la concesión hasta el horizonte del plan. Pero al margen de la mejora de buses, los cambios para la optimización del servicio supondrán unos 250.000 euros anuales.

La sustitución de alumbrado público para limitar su aportación a la contaminación ambiental también será de peso, y prioritaria. Las previsiones económicas hasta el 2030 superan los 9 millones, de los que 7,5 son específicamente para la sustitución de luminarias por tecnología led en las principales avenidas, centro urbano y polígonos industriales.

La financiación del plan habrá de llegar desde el propio Concello, pero también de la promoción de la actividad privada en torno a la economía circular y de la búsqueda de fuentes de financiación externas para que la ciudadanía y las empresas apuesten por energías renovables.