Esta tarde, partido grabado a fuego entre el Obradoiro y el Betis, con el deseo, desde hace días, de que llegue la hora para aliviar tensiones. Para el Betis, partido a vida o muerte. Si pierde, tiene la salvación muy difícil. Y, si gana, no está salvado, porque quedarían dos jornadas en las que podrían pasar muchas cosas, ya que el Joventut y el Zaragoza también están inmersos en la batalla.
Para el Obra, si gana, sería prácticamente LA SALVACIÓN. Y, si se pierde, aún quedarían dos posibilidades, pero dependiendo también de otros resultados que tendrían que beneficiar.
Las sensaciones para este partido son muy buenas. El equipo está entrenando muy bien, todos muy animados y concentrados, sabiendo lo que se juegan. Los jugadores tienen que estar muy fuertes de mente para cuando vengan los momentos bajos de juego y cuidar detalles como el bloqueo de rebote, pérdidas tontas, defensa del uno contra uno, buena lectura de juego, confianza en el tiro, sabiendo que de ese tiro depende muchas veces el partido, y dejarse la piel en la pista.
Recuerdo mi etapa de jugador, en los setenta y ochenta. Es de esos encuentros en los que tienes presión, nervios, pero sobre todo confianza en tus posibilidades. La gente te para por la calle y te da todo su ánimo, y tú sabes que es más que un partido, que ganando harás muy feliz a toda la afición que va a estar contigo a muerte durante la contienda, a una ciudad y a todos los obradoiristas que hay por el mundo. Tuvimos partidos, a otro nivel, pero que en aquella época también eran muy importantes para la historia del club. Y juntos los sacamos adelante. Siempre juntos.
Si en agosto nos dicen que nos jugamos la salvación en nuestra casa contra un equipo de nuestra liga, con una victoria más y con todas las desgracias que tuvimos durante la temporada, creo que lo firmaríamos todos.
Hoy la afición del Obra (la mejor de la ACB) va a estar al lado de su equipo, de su entrenador y cuerpo técnico, y de su club. Eso, no lo duden.