«Con el excursionismo, los ingresos son inferiores a los gastos», sostiene este geógrafo y economista que participó en Santiago en el Encuentro Ibérico de Gestores de Patrimonio Mundial
01 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.El geógrafo y economista Juan Requejo ha participado en el Encuentro Ibérico de Gestores de Patrimonio Mundial que se ha celebrado esta semana en Santiago.
-Siempre se habla de impacto negativo. ¿Hay alguno positivo?
-Claro que lo hay. El problema es que estamos haciendo una gestión del enorme potencial que tiene el turismo sin inteligencia. Atendemos las demandas que surgen espontáneamente, pero no tomamos el control del proceso. Hay modalidades que generan gastos públicos y deterioros en el espacio y pocos beneficios en términos de empleo y de recursos públicos. Hay otras modalidades con una relación totalmente distinta, que tienen menos costes y generan más beneficios en términos de empleo y de revalorización del patrimonio
-Que es la que no utilizamos.
-Porque es muy costoso. Hay dos grandes estrategias de competitividad en el mercado: tú puedes competir porque tienes el mejor precio en cada nivel de calidad o puedes competir con la diferenciación del producto, cuando consigues que tu producto tenga atributos singulares. Si tu precio le resulta adecuado al cliente, estará dispuesto a viajar. Y gasta más, porque has conseguido que la experiencia de venir a la ciudad histórica sea emocionante, única, irrepetible. Eso es muy bonito, pero no es fácil.
-¿Santiago va hacia otro modelo?
-Creo que se están intentando dar pasos. Lo primero que se requiere es tener un dispositivo de inteligencia de mercados muy complejo y sofisticado. Tienes que saber, en el mercado europeo, quiénes son, dónde están, qué patrones de preferencia tienen, qué tipo de experiencias buscan... Y tienes que ser muy bueno en diseñar los productos para que acaben siendo conocidos por el mercado como productos culturales de gran valor en su singularidad. Santiago tiene unas 8.000 plazas hoteleras y si todas estuvieran ocupadas todo el año no habría problema de congestión. Si consigues vincular ese alojamiento con productos no orientados a la contemplación pasiva y fast food de los monumentos, si no a una degustación, una visión más detenida, más culta y experiencial, la gente que lo disfruta considera que el dinero gastado está bien gastado. No te imaginas hasta qué punto.
-Aquí se ha abierto el debate sobre si la ciudad histórica se ha convertido en un parque temático para turistas.
-La ciudad histórica, si no es una ciudad viva es un yacimiento, es una ciudad muerta. El gran atractivo de las ciudades patrimoniales como Santiago es que tiene que seguir viva, evolucionando, tiene que haber niños, porque eso querrá decir que visitamos una ciudad viva. Hay que intentar controlar la tendencia a devorar el territorio y desertizarlo. Un ejemplo paradigmático son las ramblas, que eran un espacio de encuentro de los barceloneses y el turista venía a disfrutarlo e integrarse. Hoy, ni un solo barcelonés va a las ramblas. La ciudad ha perdido lo más importante que tiene: su identidad. Eso en Santiago...
-Está pasando.
-Está pasando también y creo que es algo gravísimo. Es grave no sacar todo el partido que se puede, pero por otro lado hay que hacer lo que sea para recuperar la ciudad viva.
-¿El equilibrio es imposible?
-Nada es imposible. Es muy importante que gestionemos la distribución en el tiempo y espacial. La visita fast food es rápida, de tres monumentos y se van. Y tiene efectos demoledores. El problema en Santiago se produce cuando entran miles de personas que no pernoctan, excursionista. Y con el excursionismo, los ingresos son inferiores a los gastos. Los compostelanos están subvencionando las vacaciones de otras personas y no sé si estarán muy de acuerdo.