Cuando Sar late el Obradoiro crece

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

Tanto como el triunfo ante el Andorra, el equipo y la grada celebraron una identidad compartida

28 feb 2017 . Actualizado a las 15:15 h.

Lo mejor de la victoria frente al Andorra llegó justo después de que se consumase, cuando el equipo y la afición se fundieron en el festejo de la gesta, en un abrazo que llevaba implícito el agradecimiento y el reconocimiento mutuos. Jugadores, técnicos y seguidores sintonizaron la misma frecuencia en el dial de la fe y la perseverancia, la mantuvieron sin dejar que las interferencias estropeasen la misión.

En ese momento de júbilo tan sufrido y buscado, este periodista recordó un discurso de Marcelo Bielsa en una visita a una de las zonas más pobres de El Salvador, La Campanera, dirigido a los chavales que allí entrenaban a diario, del que se hizo eco Roberto Valencia en su blog Crónicas Guanacas. Bielsa no les habló de táctica ni de métodos sino de orgullo de pertenencia. Es lo que destilaba Sar el sábado.

El valor de la lucha

El entrenador argentino empezó por reivindicar la importancia del cómo: «Cuando perdemos y estamos tristes por haber perdido, la tranquilidad nos la da saber que hemos luchado, pero estamos avergonzados si no luchamos. Quiere decir que en el fútbol no se trata únicamente de ganar o perder, sino de haber luchado. Esa es una cosa que quería transmitirles, porque pareciera que solamente el que triunfa es el valioso, y el valioso no es el que triunfa, sino el que lucha. Todos somos perdedores. Hay muy pocos ganadores».

Abundó en la misma línea argumental: «No hay que ver solo quién llega más arriba, sino el trayecto que superó uno y otro, porque el que parte de más abajo tiene más mérito que el que parte de más arriba, aunque el de abajo no logre ser el que al final llegue más alto». Es una idea muy valorada en Sar.

Asimismo, habló de poner en valor lo que uno es y tiene: «Esta cancha de La Campanera, que parece tan precaria al lado del césped hermoso del Camp Nou, también puede ser linda con el esfuerzo de todos los días, ¿me entienden? A lo mejor nunca van a lograr que tenga un césped perfecto, pero sí pueden decorar el arco, ponerle una cinta blanca abajo… ese orgullo de sentir que es algo propio. Yo he visto muchas casas humildes que están más afectuosamente tratadas que mansiones de poderosos, casitas en las que se nota el cariño de defender lo poco que uno tiene».

Bielsa subrayaba que una cosa son las dificultades y otra resignarse: «Hay veces que uno se fija en lo que no tiene, y encuentra en lo que no tiene una justificación para no crecer, pero los pobres tienen la imaginación muy desarrollada, y es una gran aliada». Imaginación y trabajo están detrás de la canasta anotada por Bendzius. O en actividades como el documental de la promoción del Camino de Santiago a través del baloncesto y el Obradoiro.

El técnico argentino concluyó con una reflexión: «Tengo una crítica a todo lo que vi acá, la única: que no están los viejos. Los viejos son los que cuentan la historia, los que se quedan… porque una cosa muy importante es el sentido de pertenencia. ¿Por qué yo les digo que pinten el arco o que quiten la maleza o los arbustos? Porque uno se tiene que sentir orgulloso del lugar en el que está, aunque sea limitado. Y los mayores, los viejos, son los que conocen la historia del lugar, y se la tienen que contar a los chicos. ¿Para qué? Para que los chicos se enamoren de su lugar y quieran mejorarlo». Por ese lado el club tiene más trabajo.

La victoria ante el Andorra tuvo mucha épica y mucho corazón. Y algo de milagro. Porque sin un refuerzo para el juego interior que cubra el hueco dejado por Allen y sin algo más de acierto en la larga distancia será difícil repetir triunfos como el del sábado.