«Tengo la suerte de que todos los que rescaté en Angrois están vivos»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

SANDRA ALONSO

Aunque quiso estudiar Medicina, «¡a qué niño no le gusta ser bombero!», afirma Ángel Paz Mediavilla

09 ene 2017 . Actualizado a las 09:55 h.

Ángel Paz Mediavilla nació en pleno casco histórico, en la compostelana rúa do Vilar, en donde estaba su residencia familiar. «En el año 56 se nacía en casa», dice. Y en el bajo de ese edificio, en donde ahora está la cafetería Paradiso, dio sus primeros pasos «entonces había una peluquería de señoras que llevaba mi madre». Ángel fue hijo único y comenzó el colegio en las Huérfanas, pero a los 7 años se trasladó con toda su familia a la rúa Gómez Ulla, y también cambió de centro escolar, para irse a La Salle. Recuerda que ya entonces las peregrinaciones eran una constante en Santiago, «el primer Año Santo del que tengo memoria es el del 65, y esto era un continuo pasar de peregrinaciones, organizadas, porque con los tiempos que corrían no se podía dejar al libre albedrío las reuniones de mucha gente», explica en referencia al franquismo.

Dice rotundamente que fue «mal estudiante, muy malo», por eso aunque siempre quiso estudiar Medicina, pronto se dio cuenta de que con el nivel de exigencia que tenía esta carrera «no era capaz de hacerla». Así que optó por Delineación, porque el dibujo era otra de sus opciones, y se fue a la escuela de maestría industrial, ubicada en el actual Politécnico de Santiago. Si de pequeño era mal alumno, con los estudios superiores se puso las pilas. Al acabar la oficialía decidió hacer un parón para realizar el servicio militar y poder adherirse después ya al nuevo plan de formación profesional. Fue a Pontevedra, 20 meses, y de la mili se llevó una impresión bastante negativa: «Debería haber sido una buena experiencia y no lo fue por los mandos que había, casi prefiero ni hablar», zanja rápidamente.

Finales de los 70 era una buena época para las expectativas profesionales, y más para el urbanismo, «se empezaban a hacer las normas subsidiarias, los planes generales», explica Ángel. De hecho comenzó a trabajar ya mientras estudiaba, y a lo largo de varios años trabajó en diferentes despachos. Pero llegó un momento en el que «veía aproximarse una crisis importante», así que tomó una decisión, preparar las oposiciones al parque de bomberos de Santiago. Y es que es una profesión «que me gustaba, ¡a qué niño no le gusta ser bombero!», recuerda.

Trabajó durante más de treinta años en un empleo que no le ha decepcionado «en absoluto». Por supuesto que hubo momentos duros, unos complicados y otros trágicos, «pero es una experiencia que volvería a repetir hoy, si volviese a tener 28 años sería de nuevo bombero», dice.

El primer gran incendio que recuerda es el de la maderera Finsa. Fue en el año 1990 y no hubo víctimas, pero se trataba de un fuego de grandísimas proporciones «en esos momentos ni lo piensas, entras e intentar solucionar». También estuvo en Angrois, ayudando a rescatar a víctimas del Alvia, «y tengo la suerte de que todos los que yo rescaté están vivos. Estuve trabajando incluso en el rescate de la última persona viva que salió de allí, una chica venezolana», rememora.

Porque trabajar como bombero tiene una parte positiva pero, como es evidente, otra que no lo es tanto. Para Ángel hay intervenciones especialmente trágicas, como los accidentes de tráfico «siempre va a haber alguna víctima, viva o muerta, y cuando el accidentado está vivo debes tratarlo con mucho cuidado porque cualquier movimiento le puede provocar una lesión peor de la que pueda tener. Son momentos difíciles, porque se unen el sentimiento y la profesionalidad», concluye Ángel, quien nunca dejará de tener vocación de bombero.

Nombre. José Ángel Paz Mediavilla, nació en Santiago en 1956.

Profesión. Bombero, se jubiló el pasado mes de abril.

Rincón elegido. La rúa do Vilar, delante de la casa en la que nació hace 60 años.