El paseo

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

30 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Siempre he considerado el paseo como una de las más intensas manifestaciones de la identificación de los ciudadanos con el lugar en el que viven, de la satisfacción, del orgullo de sentirse parte de él. No es el caminar obligado para ir de un lugar a otro, cada cual a sus tareas y prescindiendo del coche, hábito que debiera ser general en una ciudad tan abarcable como Compostela. Se trata del hecho de salir al encuentro de la ciudad y de sus vecinos, de disfrutarla, por calles y sendas propicias para el intercambio, para el diálogo, para la contemplación y el descubrimiento de nuevos planos cortos que tantas veces nos habían pasado desapercibidos o, simplemente, que son novedosos porque la ciudad cambia, no es la misma que ayer y los pequeños movimientos son los que operan las grandes transformaciones. Hay urbes no distantes que, al tiempo que convierten el paseo en acto central de la vida cotidiana de sus vecinos, mantienen bien altos sus niveles de autoestima. Compostela, siendo una de las pocas en el mundo que rinden privilegio a quienes a ella llegan a pie, tiene por delante la tarea de ganar espacios atractivos de paseo. Las rúas del centro monumental y la Ferradura, por citar los itinerarios urbanos tradicionales, requieren nuevos horizontes, como los que se abren paso en grandes zonas verdes, siguiendo el cauce del Sarela y el Sar. Aquí la capital muestra sus rostros más amables, silueteados por una vegetación que cuesta mantener a raya. Reabrir caminos ocultos, reconstruir pequeños puentes e instalar bancos y farolas es fácil después de sanear los ríos. Mantenerlos es menos costoso si los disfrutan masivamente los vecinos.