Más claro, agua

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

23 oct 2016 . Actualizado a las 12:18 h.

AVíctor Pérez Quintela, que regenta un conocido establecimiento de electrodomésticos en la confluencia de Entrerríos con Galeras, no han querido pedirle opinión. Sin embargo, no hay nadie que sepa más que él de las inundaciones permanentes en ese lugar, porque las ha sufrido en sus carnes y en sus cuentas de resultados durante toda su vida como vecino y empresario radicado en ese lugar, históricamente de los más afectados por los anegamientos en Santiago. Y a Víctor le duele que no le hagan caso, después de ofrecerse a explicar a quien quiera escucharle lo que pasa ahí, porque él lo sabe. Su experiencia es la de quien no puede dormir tranquilo cuando llueve con intensidad -con mucha frecuencia- y de quien tiene a la puerta de casa las botas de agua preparadas para salir corriendo a salvar los «muebles» del negocio, donde permanentemente tiene la mercancía sobre palés para apartarla del agua. En medio de un tufillo a humedad, Víctor explica al periodista los motivos, mientras le enseña un buen lote de recortes de La Voz de las tres últimas décadas en los que llama la atención la navegación de coches por delante de la puerta de su local inundado. Todo empezó con el cegado de parte de los ojos del antiguo puente del regato do Corvo, y la obra que debía acabar con el problema hace unos diez años, la canalización de ese cauce, ha servido de poco. Sin embargo, Víctor lo tiene claro: con el agua por la rodilla, como el pasado miércoles, basta levantar la tapa de los sumideros, obstruidos por el arrastre de la hojarasca otoñal y la suciedad de la calle, para que desagüe. «¿Por qué no hay, entonces, más sumideros y se mantienen limpios?».