Facilitará el trabajo de profesionales sanitarios y la intimidad de sus pacientes
03 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.El Hospital Clínico dispondrá de una nueva unidad de ictus. La anunció el jefe de Neurología, José Castillo, durante un homenaje en el centro de salud de Petín de Valdeorras al neurólogo Miguel Blanco, el primer coordinador de la unidad de ictus del complejo hospitalario compostelano, fallecido el año pasado. En el acto, el sábado, estaban además el conselleiro de Sanidade, Jesús Vázquez; el presidente del Parlamento, Miguel Santalices; la viuda de Blanco, Susana Bembibre; y otras personalidades.
La unidad de ictus de Santiago fue la primera aprobada en Galicia. José Castillo explica que la nueva se mantendrá en la tercera planta del Clínico, en la misma zona del servicio que él dirige. «Tendrá 6 camas, y será más amplia y cómoda que las actuales instalaciones. Facilitará el trabajo de profesionales sanitarios, tanto especialistas médicos como personal de enfermería, y permitirá a sus pacientes ganar en privacidad e intimidad, y que no noten molestias», explica.
«Los planos están aprobados por la gerencia del área sanitaria y por el Sergas. Y hay presupuesto previsto para las obras. La idea es que funcione ya este año o, como más tardar, a principios de 2017. Para acondicionarla se necesitarán pocos días, y se pretende aprovechar un período en el que haya menos presión asistencial, posiblemente en diciembre. Requerirá derivar pacientes a otras camas y habrá que escoger el momento ideal y tenerla lista en el menor tiempo posible», manifiesta.
Es una unidad de ictus «diseñada según los parámetros internacionales más avanzados y actuales, por su funcionalidad; va a ser la más moderna de España. No tendrá tabiques; detrás de la cabecera del paciente estará toda la tecnología; las conexiones no se incrustarán en la pared, sino en el techo; y eso facilita las tareas asistenciales y la limpieza», agrega.
La idea es que en ella se ingresen las personas afectadas de un ictus «hasta que se consiga su normalización hemodinámica, que normalmente ocurre entre las 24 y las 48 horas. Ese tiempo es clave para su evolución, tras recibir tratamiento intravenoso o intraarterial, cuando el paciente está monitorizado, como si fuese una unidad de cuidados intensivos. Tiene vigilancia permanente las 24 horas». Tras este período, «cuando ya esté estable, continuará su asistencia en otra habitación del hospital, hasta que reciba el alta».
Entre seis y catorce días
Castillo señala que actualmente, en el Clínico, «la hospitalización media de un paciente con ictus isquémico, el que se produce por obstrucción de una arteria, y que son sobre el 80 % de los casos que tratamos, está por debajo de seis días, tras completar pruebas sobre su estado de salud e iniciar la fisioterapia y la rehabilitación, que después se siguen por procedimientos ambulatorios. En los ictus hemorrágicos, cuando hay rotura de una arteria y se produce sangrado, la hospitalización crece hasta los catorce días de media, porque suelen estar más graves e inestables».
Hay pacientes que se demoran algún tiempo más por cuestiones sociales, hasta que pueden regresar a su casa, o a la de algún familiar o alguien que se encargue de su cuidado. «Tras padecer un ictus una persona no puede irse sola para casa, tiene que estar atendida; y, a veces, eso provoca conflictos, incluso entre hijos, por dificultades para hacerse cargo», señala.
Una vida nueva
Buena parte de las personas que sufren un ictus y quedan con secuelas deben enfrentarse a una vida nueva, en la que tienen que aprender a veces incluso hasta a comer con la mano izquierda (si eran diestras), expresarse, y otras cuestiones básicas. Pero lo primero es sobrevivir. La nueva unidad de ictus que se anuncia mejorará ese instante inicial, y con más comodidad para pacientes y personal sanitario. Un avance relevante, sin duda.
Se ubicará al lado de la sala Miguel Blanco, pensada como «un espacio de humanización»
La nueva unidad de ictus se ubicará al lado de la sala de estar y de terapia para pacientes denominada Miguel Blanco. Este es, explica José Castillo, un espacio «de humanización, donde se realiza terapia ocupacional; se atiende también a familiares y se les enseña, por ejemplo, cómo dar de comer a alguien con secuelas de ictus, o cómo se diseñan los cubiertos para una persona que era diestra y de repente esa zona del cuerpo le queda paralizada y precisa usar la zurda. La utilizan pacientes que pueden sentarse y se les ofrece musicoterapia; vídeos y películas; información de actualidad; juegos; atención de foniatría para trastornos del lenguaje; y se inicia la rehabilitación, entre otras atenciones», sostiene José Castillo.
Anteayer, en Petín de Valdeorras, Castillo valoró que «el mejor homenaje a Miguel Blanco es hacer que su mensaje siga siendo positivo y vivo». El conselleiro, Jesús Vázquez, destacó los valores de Blanco como persona, docente, y su trayectoria profesional.