La gastronomía latinoamericana y senegalesa triunfa en el Intercultural

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Xoán a. soler

Representantes de varios países latinos y de Senegal colorean la Alameda con su cultura, música y platos tradicionales

12 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Mostrar la riqueza de la cultura latinoamericana y del Senegal era el objetivo central del Festival Intercultural que volvió ayer a la Alameda, cinco años después de la anterior edición. A mediodía, muchos de los compostelanos que aprovecharon el sol de septiembre para pasear por el parque se vieron sorprendidos con un ágape delicioso. En los puestos se ofrecía una pequeña muestra de los platos típicos de la gastronomía de Colombia, Venezuela, Paraguay, Perú, República Dominicana y Senegal. Las arepas de carne mechada y empanadillas de Venezuela fueron las primeras en desaparecer. Pero sus representantes siguieron ofreciendo, entre otras especialidades, la chicha andina y papelón con limón de la zona más oriental. Los de Paraguay sorprendieron con la sopa paraguaya, que en realidad es una especie de bizcocho, y la chipa, elaborada con almidón de yuca. Los de Colombia repartieron papas rellenas junto al estand de Galicia, donde las empanadas y el queso quedaron relegados ante la gastronomía desconocida y sabrosa.

El Festival Intercultural pretendía acercar «nuestra cultura a Santiago, para que nos conozcan», comentó Omaira Lizarazo de Colombia, que lleva 11 años en Santiago. Aunque se siente integrada, cree que queda «por andar para los mayores. Los niños se integran mejor y más rápido».

Elisabeth Aponte y Miriam Silva, de Paraguay, cuyos apellidos delatan sus antepasados gallegos, sienten que la integración está «pendiente». Aunque no hay un rechazo «brusco», confiesa que «escuchamos algún comentario de desprecio, que es mucho peor con las personas negras». Reconocen que, como ocurre con los gallegos en Latinoamérica que se concentran en las hermandades gallegas, «nosotros también tendemos a estar con los nuestros».

Por la tarde, cuando no quedaba ni rastro de la comida, llegó el momento de la música y los bailes. También hubo tiempo para la reivindicación, con la lectura un manifiesto que llamó la atención sobre los centros de internamiento, las repatriaciones forzosas y la explotación laboral a la que se ven sometidos los inmigrantes por falta de papeles.