Los fuegos del Apóstolo iluminan el cielo santiagués

Brais Capelán

SANTIAGO

La potente exhibición pirotécnica congregó a más de 6.000 personas en el Obradoiro

25 jul 2016 . Actualizado a las 01:22 h.

Más de 6.000 personas disfrutaron en el Obradoiro de una espectacular sesión de fuegos artificiales para celebrar por todo lo alto las Festas do Apóstolo. Fogs Artifici Europlá, encargada de la organización del acto, cumplió su promesa y Santiago vivió una de las pirotecnias más intensas y largas que se recuerdan. El espectáculo iluminó el cielo y se pudo disfrutar desde distintos puntos de la ciudad y alrededores, como la Alameda, el monte do Pedroso o el parque de Bonaval, lugares donde se congregaron aquellos que preferían ahorrarse el agobio propio de un abarrotado Obradoiro.

Ya desde las seis de la tarde (hora a la que se limitó el acceso a la plaza solo a quienes iban a ver los fuegos) comenzaba a llegar gente para coger sitio antes que nadie. La presencia policial fue muy intensa durante todo el día, controlando las pequeñas incidencias que fueron surgiendo y colaborando con la organización en las labores de seguridad en el acceso a la plaza. Además, en el Obradoiro se instaló un hospital de campaña para atender emergencias. El sol comenzaba a desaparecer poco a poco y en la céntrica plaza y sus alrededores miles de personas se preparaban para el espectáculo. Muchos descansaban sentados, algunos tras varias horas de espera. El acceso a la plaza continuó con normalidad pese a que, según previsiones, sobre las 9 debería quedar cerrado. El buen ambiente caracterizó los instantes previos al comienzo del espectáculo, favorecido en gran medida por la posibilidad de moverse sin demasiados agobios, aunque el aforo estaba dividido en el centro de la plaza por un corredor donde se situaban miembros de los cuerpos de seguridad y de Protección Civil.

El Pazo de Raxoi fue el epicentro del acontecimiento y hacia donde se dirigían todas las miradas de los presentes. A las once y media se apagaron las luces y cientos de teléfonos móviles iluminaban la plaza, aunque la gran mayoría prefirió disfrutar del espectáculo sin mediar ningún tipo de pantalla. Los presentes podían usar una gafas de tres dimensiones para seguir las imágenes sobre Raxoi.

La historia de la ciudad estuvo muy presente en el espectáculo audiovisual que se intercalaba con fuegos. Incluso un grupo de actores portaron unas maquetas que representaban unos dragones y expulsaban luz y fuego. Desde el Apóstol a las Marías, Santiago estuvo representada durante una proyección que envolvió el Obradoiro con imágenes en el Pazo de Raxoi, el Hostal de los Reyes Católicos y el rectorado de la universidad. Un narrador evocaba los grandes momentos de la historia compostelana: la fundación de la ciudad, su evolución, el nacimiento del Camino y los lugares y rincones más emblemáticos.

Muchos echaban de menos poder disfrutar de la reproducción sobre el gran emblema Xacobeo, pero todavía faltan unos años para que la Catedral pueda lucir este espectáculo. Pese a ello, la abarrotada plaza lució como en las grandes ocasiones, repasando los hechos más destacados de la ciudad durante unos 15 minutos.

Llegó el momento que todos los presentes estaban esperando. Las imágenes dejaron de proyectarse en los emblemáticos edificios y una primera traca anunciaba el inicio de la sesión de fuegos final. De nuevo, los móviles volvieron a capturar lo que sucedía. El repertorio fue muy variado, primando la espectacularidad. Ya habían anunciado días antes los responsables que sería una sesión muy «intensa». Y así fue. Los asistentes vibraron con cada explosión durante los casi diez minutos que duró la sesión.

Tras 25 minutos, el Obradoiro entero se fundió en una cerrada ovación que reconocía la calidad y el esfuerzo realizado para llevar a cabo este espectáculo. Ya era 25 de julio, Día de Galicia, Día de Santiago Apóstol. Poco a poco la gente comenzó a abandonar ordenadamente la plaza, muchos para continuar las celebraciones en los locales del casco histórico, donde seguían sirviéndose cenas para aquellos que guardaron sitio en el Obradoiro desde las seis.

La noche fue larga en Santiago y estuvo amenizada por música, orquestas y un sin fin de actividades para recibir el día grande de los festejos de la mejor manera posible.