Cuando un piloto se enciende, puede desactivarlo si quiere

Xosé manuel cambeiro LA VOZ / SANTIAGO

SANTIAGO

29 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca es tarde si la dicha buena, pero en el uñoso ambiente que reina en la oposición el ofrecimiento de cogobierno a BNG y PSOE tiene visos de caer en un erial. El BNG no lo toma en serio y la otra parte contratante, el PSOE, lo tilda de gracieta de Noriega. No firmará ni a cantazos un documento de integración. No es solo cosa de Francisco Reyes. A muy pocos cargos socialistas les pide hoy el cuerpo coaligarse con las mareas o Podemos.

En todo caso, el pacto ofertado por el alcalde nace con una cojera que impide andar al gobierno, salvo que los socialistas ofrezcan su red a CA para que las propuestas no caigan al vacío. El bipartito es un conjunto de dos, mientras que un gobierno en Raxoi es un conjunto de tres. BNG-CA pueden ser amigos y residentes en el pabellón de mando, pero habrían de acogerse a la ley de dependencia.

Y ahí es a donde quiere ir a parar Martiño Noriega, al camarote de Paco Reyes para que le ofrezca ese cayado por el que CA suspira. Uno tiene la impresión de que ambos habrán de recorrer el París-Dakar, entero, antes de firmar un acuerdo tras la última nota del «Asturias patria querida».

Pero el alcalde lo daría por bien empleado si, sin entrar en coalición, el PSOE le proporciona su sostén político dejando huérfano al PP. Lo cierto es que por el salón de plenos han desfilado, y van a desfilar, asuntos medulares que pueden quedarse fuera o con el forro vuelto. Como le pasó a CA con las tasas.

La objeción a todo esto es que la campaña no se acabará el 26-J. Otra le sucederá, y probablemente con la mayor pasión de lo cercano. En este duradero contexto, si surge una invitación formal al pacto, habría que posponerla. Y con medio mandato ya ido, más que un refuerzo un paso así solo delataría un SOS. Rige el dicho de que lo que funciona no se cambia. ¿Se mejora? ¿Entonces? Rechazar la alianza al inicio y enarbolarla hoy solo mueve al deseo de ambientar un Concello compartido y bien avenido. No es la búsqueda de un pacto de gobierno, sino de no agresión.

Duras críticas

Basta ojear el balance del primer año da mandato: parece un puré recién hecho de la gestión de Compostela Aberta. Los tres grupos municipales de enfrente han agujereado tanto a CA que no le dejaron ni un hueco para alojar más dardos críticos. Lo preocupante para los dirigentes del Concello es que todas las formaciones apuntaron a un mismo sitio: la ausencia de un proyecto de ciudad. Y si todos apuntan hacia ahí, es que hay un talón de Aquiles que tapar ipso facto. Todo el mundo le está levantando la pernera a CA para pinchárselo.

Es obvio que la oposición no va a arrojar flores al paso del gobierno local, porque es una norma no escrita, y menos en una campaña electoral que pone la tilde en los males ajenos, pero los calificativos son más corrosivos que otras veces. Hay un tono inmisericorde inusual, como una peineta dialéctica a un año de la CA. Ese verbo acerado delata que, gestión aparte, falló la química. Obviarlo sería necedad.

Lo que se ha vivido, a tenor de las críticas, es un cuarto de partido desnortado. El Obradoiro a veces terminó venciendo en los otros tres cuartos. El Miudiño sonará con un Raxoi cotidiano sin fochancas, con un trato amable, unos proyectos sobre ruedas y las papeletas en las urnas. Las higas descansan en los talleres de orfebrería de la ciudad, no en los despachos del gobierno local. Ojo avizor, que el tiempo político discurre con inusual rapidez, lo dijo algún edil.

Hay una cuestión inquietante que anotó Rubén Cela en la entrevista del jueves en este medio, y que no aparenta ser un simple lunar: el exceso de tareas sobre las espaldas de algunos concejales. Con ese afán de coordinar áreas, se ha juntado en dos o tres concejalías lo más granado del municipio, dejando al resto casi en porretas.

Hay áreas en las que se vislumbran equipos de respiración asistida. Este cronista se sofocó más de una vez con los sofocos de Jorge Duarte a la hora de relatar peripecias municipales. Es un hombre ubicuo, con un gran fardo de competencias al hombro. Cuando se retire tendrá ocasión de repasar a conciencia el enlosado de la ciudad.