«Siempre seguí el consejo de mi padre: esfuerzo y cabeza levantada»

Anna Serra SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Ramón Vázquez fundó su maderera, que ahora dirigen sus hijos, hace más de 60 años.
Ramón Vázquez fundó su maderera, que ahora dirigen sus hijos, hace más de 60 años. xoán a. soler

Recuerda los inicios de su empresa y observa como han cambiado los tiempos

19 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La empresa Maderas Vázquez tiene una tradición de 62 años en Santiago. Su fundador, Ramón Vázquez Mato, empezó con pequeños aserraderos, pasando por varios emplazamientos en la ciudad hasta instalarse en Concheiros. Mirando atrás, recuerda como empezó toda esta historia y como ha evolucionado con el paso de los años.

Las cosas han cambiado mucho desde que Vázquez Mato fundó su empresa de maderas en 1954. «¿Has visto esa máquina que te trae las maderas que le pides? ¡Es extraordinario!», expresa emocionado el empresario nada más entrar en la nave que tienen en el polígono del Tambre. Se trata de un gran aparato, al que Ramón llama «el robot», que coge con sus dos grandes brazos los tableros que se le piden desde una mesa de control, que recibe los encargos que se hacen desde las oficinas. «Ahorra el trabajo de ocho personas», afirma el fundador de la empresa, «porque se tiene que tener en cuenta que cada tabla de estas, aunque parezca delgada, puede pesar 30 kilogramos, ¡y siendo de las ligeras!», añade jocoso.

Ramón Vázquez fue a la escuela, como todos los niños de esa época, hasta los 14 años de manera obligatoria. Después muchos empezaron a trabajar, pero él siguió recibiendo educación de manos de su maestro don Genaro, al que recuerda con mucho aprecio, que le enseñaba matemáticas. «Mi padre le pidió que me diera lecciones de cálculo y me sirvió mucho a lo largo de mi vida», comenta Ramón. Después, a los 17 años, se inició la gran historia: «Empecé todo esto con un pequeño aserradero en Pantiñobre, porque era el negocio que conocía de casa: mi padre también se dedicaba a la madera». Vázquez Mato recuerda en qué condiciones se trabajaba allí, donde «solo tenía una luz de carburo, que iluminaba poquísimo y era más difícil trabajar por las noches, por lo tanto se tenía que trabajar más horas durante el día». Al cabo de un tiempo, vendió ese aserradero y se fue a Ferreiros, lugar del que se iría también más adelante para trasladarse a Compostela. La primera ubicación fue donde actualmente se encuentra la residencia de la tercera edad de Porta do Camiño, inmueble que le compró el Ministerio de Vivienda. Después de eso, la empresa se instauró, finalmente, en Concheiros.

A sus 80 años, Ramón se acuerda de como otros chicos de su edad vivieron su juventud de manera distinta a la suya: «Ellos se divertían más, salían, estaban por otras historias. Yo era más serio, yo estaba por lo que tenía que estar: sacar adelante mi empresa. Yo ya pensaba en mi futuro», explica. «Siempre que me decían de salir yo respondía que tenía que irme a casa, ¡que yo por la mañana trabajaba!», añade con una sonrisa un tanto nostálgica.

Pero pese a este sentimiento, el fundador de Maderas Vázquez se siente orgulloso de lo que construyó gracias a su perseverancia y a las recomendaciones de su padre, una persona muy especial para él ya que de muy joven su madre falleció y desde entonces vivió siempre a su lado. «Mi padre siempre me decía que tenía que trabajar duro, porque el esfuerzo valdría la pena. Me enseñó que tenía que esforzarme para conseguir las cosas que me propusiera y que fuera con la cabeza levantada. Siempre seguí su consejo y llegué hasta aquí y eso es lo que enseñé a mis hijos», dice Ramón. Ahora le toca descansar y, por su puesto, celebrar que hace 62 años creó uno de los mayores logros de su vida.

Empresa fundada en 1954. Maderas Vázquez empezó como pequeño aserradero

62 años después. Ahora la empresa tiene dos sedes, situadas en Concheiros y en polígono del Tambre

Continuidad familiar. Sus tres hijos se encargan actualmente del negocio