Reyes triunfa en el cuerpo a cuerpo con Noriega

SANTIAGO

11 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Nueva vuelta de tuerca a la tensión dialéctica entre Martiño Noriega y Paco Reyes. El socialista inició el mandato con la rémora de haber protagonizado el mayor batacazo de la historia de su partido en unas elecciones municipales al perder cinco de sus nueve concejales, y muchos en sus propias filas -no solo los que desertaron para hacer campaña a favor de Compostela Aberta- se apresuraron a colgarle la funesta etiqueta de cadáver político: en el peor de los casos, habría que aguantarle en el escaño todo el mandato hasta que llegara el mirlo blanco que el PSOE local, si opta por reconstruirse, deberá por fin encontrar.

Sin embargo, cuando parecía iniciar, cabizbajo, una larga travesía del desierto, Paco Reyes crece. Bien asesorado, está demostrando una gran habilidad para manejar su minoría y ocupar un espacio central en Raxoi. Al portavoz socialista le va el cuerpo a cuerpo con Noriega. Conoce a la perfección los puntos débiles de su contricante, cosa nada difícil, por otra parte, indisimulados una y otra vez desde el mismo momento en que accedió a la alcaldía: su cintura es dura y su mentón frágil.

La pugna de las ordenanzas fiscales dejó al regidor noqueado y la reducción del IBI, causa a la que se sumó el PP, fue un triunfo en el haber de Reyes. Los socialistas le han devuelto ahora el «favor» a Agustín Hernández al apoyar la propuesta de reclamar que la Semana Santa sea declarada de interés turístico y, sobre todo, la de aplicar la proporcionalidad de la representación plenaria a las sociedades municipales, lo que dejaría al gobierno en minoría. Consigan o no el PSOE y el PP llevar a la práctica este acuerdo, Noriega queda tocado otra vez, porque demuestra que aquel compromiso de convertir el salón de plenos en el centro de la vida municipal duró lo poco que ha tardado en encajar los rigores de la aritmética.

Sumar es un sano ejercicio para quien ejerce una mayoría absoluta y una obligación para el que no. Lo positivo para la ciudad será rebajar la tensión y recuperar un clima de diálogo propicio para la búsqueda de consensos. Hay que tener voluntad.