Consejo Jacobeo

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

03 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay que ser el primero de la clase para saber que la avalancha de turistas que abarrotan Compostela se deben al efecto arrastre del Camino de Santiago. Tampoco es conditio sine qua non haber sacado matrícula de honor en nada para saber que el Gobierno central lleva años negándose a liderar ni coordinar cualquier cosa referente a las rutas de peregrinación. No lo hizo Zapatero -con sus compañeros de partido en Raxoi- y no lo hizo Rajoy. Pero nunca es tarde si la dicha es buena: el actual ministro de Educación ha convocado a rebato y el día 13 tendrá lugar, cinco años después del anterior, un consejo jacobeo. ¿Maniobra electoral? A la ciudad debe darle lo mismo: cualquier acto en favor de la peregrinación repercutirá en las arcas. Eso sí, por favor, que alguien le explique al ministro que los peregrinos no tienen nada que ver con los turistas.

En el siglo XVI llegó a la Catedral un devoto canalla austríaco llamado Jerónimo Münzer. No le gustó la ciudad, y escribió: «Su gente es tan sucia y tan perezosa que apenas se ocupa del cultivo de la tierra, y vive, por lo general, de la ganancia de los peregrinos». Los tiempos han cambiado, y de ese párrafo solo vale lo último: la mayoría de Santiago vive, por lo general, de la ganancia de los peregrinos, con permiso de la Xunta.

Lo de devoto canalla viene a cuento porque, cuando la peste llegó a su pueblo, Münzer puso pies en polvorosa abandonando a su familia. Pasado el peligro, regresó. Al ver que mujer e hija estaban perfectamente, se alegró sobremanera, elevó los brazos al cielo y, dando gracias, exclamó: «¡Alabado sea Dios!».

Pues eso: alabado sea Dios porque al fin vamos a tener consejo jacobeo. Y más «louvanzas» proceden si no volvemos a esperar otros cinco años para que se convoque el siguiente.