La aritmética de las cuentas chocó con la aritmética de los votos

xosé manuel cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

15 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Compostela Aberta no calculó bien sus opciones de sacar adelante sus propuestas impositivas. Y no las calculó atinadamente porque en este asunto juegan tres factores que en el plano político son medulares. El primero es aritmético: los demás reúnen más votos. El segundo es el escenario de crisis en el que se desenvuelven los contribuyentes, con sus economías más o menos desinfladas. Y el tercero, la extrema sensibilidad de los bolsillos. No hace falta recurrir el tópico catalán para percatarse de que mencionar la palabra «subida» electriza las neuronas del tributario.

Hay muchos ciudadanos a los que las decisiones políticas les importan un comino, pero cuando sus propiedades, vituallas o cuenta corriente resultan tocados saltan como un resorte. Más tocado, sin embargo, resulta el grupo de gobierno si la oposición maneja esta tecla sensible y le deja en fuera de juego. Como ocurrió en el último pleno.

CA salió noqueado, sin pretender otra cosa que trasladar a la realidad una idea electoral, la de gravar al que más tiene para auxiliar al que vive a dos velas. Un principio que tiende al equilibrio social. La idea es plausible y romántica, pero, efectivamente, se enmarca en el peor momento y en el peor escenario. Además CA la generalizó, sin discriminar bolsillos. Y la unanimidad descargó el hacha inmisericorde sobre sus promotores.

Peor aún, un golpe asestado a dúo por el PP y el PSOE descongeló el IBI congelado en detrimento de las arcas locales. Un mazazo a mayores, discutible porque las bonificaciones también juegan, pero atrayente en los recibos ciudadanos. Todas las bajadas de impuestos alegran. Y se consiguen en un instante con la magia de los votos. Solo que la vara mágica la tenían PP y PSOE el lunes y no el alcalde, y por eso el regidor se preguntó por qué se la dieron a él en el pleno de toma de posesión. Pero la ostenta, y no le queda otro remedio que encajar irremediablemente la aritmética.

El último palo recibido por el equipo de gobierno en el pleno fiscal es la odiosidad de las comparaciones, que ha podido comprobar con amargura a solo sesenta kilómetros. En paralelo al disenso en Santiago se plasmaba un consenso plenario en A Coruña. La acibarada inoportunidad le cayó como un chaparrón al ejecutivo compostelano. Y esa lluvia no es arte.

Nuevas fuentes

También es cierto que, sin el recurso impositivo, entran menos ingresos y los programas sociales se pueden quedar en el varadero. A cambio afluyen otras vías y al gobierno local no le queda más opción que entrar por ellas hasta los caladeros económicos. Y estos se hallan ocultos.

Es fácil apelar a esas otras fuentes, pero no es tan factible que manen o goteen lo necesario, como pudieron apreciar gobiernos anteriores. La gestión recaudatoria, por ejemplo, no es ninguna maría, y obliga a poner codos. E inspectores. Pero nadie aguarde ver florecer millones como setas. Lo cierto es que Martiño Noriega, al margen del cronograma fiscal precipitado, tiene excelentes ideas programadas, pero impagables. De no albergar esas ideas, sencillamente no hubiera ganado las elecciones. Y ha de poner codos, recursos y negociación. Capacidad la tiene probada. ¿Cuenta con el equipo político adecuado? Lo fácil es convertir al regidor en diana y dilapidarlo sin misericordia. Las piedras no cuestan nada.

Las pinzas entran en el juego democrático, duelen y Xerardo Estévez conoce bien el dolor que provocan. Y el demudamiento facial que producen. Cierto día el exmandatario socialista llevó al pleno la organización del Ayuntamiento, y la oposición le puso otra. Y se la impuso, en medio del escalofrío de Estévez, que se vio pinzado por María Jesús Sainz y Encarna Otero. La alianza PP-BNG logró, entre otras ganancias políticas, llevar a ambos grupos a los asientos del Consorcio.

Martiño Noriega no se ha quedado menos demudado al verse engullido por la entente PP-PSOE. No parecen uniones naturales, pero surten efecto. Y el regidor ya sabe ahora cuál es la receta para huir de la pinza: negociación y consenso real o romano. Porque el nihil obstat, se ha visto, lo pone la oposición.

Lentejas ricas, no lentejuelas

La empresa Perea Rojas, que renunció a surtir de viandas a los colegios públicos de la ciudad, le ha hecho un buen favor al Ayuntamiento, que se disponía a tener un ojo en el pliego y otro en la cacerola durante la concesión. No había tomado aún posesión de las ollas escolares cuando surgió el varapalo autonómico (rescisión) a la firma andaluza, que había ganado en buena lid el concurso municipal. Nada podia hacer Raxoi, salvo seguir temblorosamente la trazabilidad de las lentejas desde los fogones al mantel colegial y ver si se correspondía con la trazabilidad del pliego de condiciones. Y este pliego exige un servicio impecable y un menú estupendo, como los niños que entran en el comedor.