La investigación se resolvió por unas colillas halladas en el desagüe del váter

La Voz

SANTIAGO

31 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El del crimen de Cálig no ha sido un caso fácil de investigar, pero la persistencia de la Guardia Civil permitió hallar una evidencia que fue la que finalmente permitió resolver el crimen. En el desagüe del váter los agentes hallaron unas colillas. Cuando analizaron el ADN que había en la boquilla saltó el nombre de Emilio Pérez Rivera, que ya estaba fichado. Ya había huido a Chequia, país del que es natural su esposa, pero finalmente fue arrestado, juzgado en el 2008 y condenado a 44 años de prisión.

La detención de Pérez Rivera, el sicario que ejecutó el crimen, permitió a la Guardia Civil tirar del hilo y proseguir con una investigación en la que finalmente aparecieron los nombres de Isauro López Hidalgo y Manuel Antonio Mas Julián. El segundo habría recibido el encargo del asesinato de la joven cubana, que después habría contratado al asesino. El constructor gallego, por su parte, es según el fiscal y la acusación particular el que ordenó el crimen y pagó por ello. El motivo habrían sido los celos que sentía cuando su examante le dejó.