Intensa inspección de la Guardia Civil a los pementeiros de Herbón

adriana freire, j.c. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Patrullas de la Guardia Civil e inspectores de trabajo se presentaron en Herbón ayer por la mañana.
Patrullas de la Guardia Civil e inspectores de trabajo se presentaron en Herbón ayer por la mañana. m. ares< / span>

Los productores tendrán que acreditar ante las autoridades de Trabajo que tienen los papeles en regla

07 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Parecemos delincuentes. Nunca tanta Guardia Civil xunta vin nun invernadoiro. Solo lles faltaba a ametralladora e o escudo», explica Antonio Martínez, uno de los agricultores afectados por el dispositivo de control que se desplegó ayer en los invernaderos de Herbón (Padrón), la cuna del pimiento.

Seis coches patrulla de la Guardia Civil y cuatro inspectores de trabajo se presentaron en esta parroquia a primera hora de la mañana para verificar «que tivésemos todo en orde», explican los pementeiros. Dado que se trata de empresas familiares, es frecuente que en estos meses de recogida del producto tengan que recurrir a la contratación de mano de obra externa que aligere el trabajo.

«Citáronnos a todos o día 17 deste mes na Coruña, nas instalacións da Inspección Provincial de Traballo da Seguridade Social. Temos que ir medio Herbón. A ver se polo menos nos poñen un autobús», comenta irónicamente Antonio Martínez. Los productores que la Guardia Civil inspeccionó en los invernaderos tienen que llevar consigo el carné de identidad, el parte de alta en el régimen de autónomos y el informe también de alta en la Agencia Tributaria.

A los vecinos esto le supone «perder unha mañá de traballo ou pagarlle a unha xestoría para que nos leve á Coruña estes documentos». Desde Herbón califican esta intervención como «de película». «Seis gardas civís e un inspector de traballo presentáronsenos na plantación ás 9.15 horas da mañá e chamaron por nós coma se fóramos animais. Nós non vendemos droga, vendemos pementos. Non entendín por que viñeron tantos», sentencia Antonio. Él mismo cuenta como a un vecino jubilado de 73 años se le plantaron en su finca. Al bajar del tractor «non sei que lle pasaría pola mente. É para coller medo».

Los pementeiros quieren pensar que «esto non foi unha denuncia de ninguén, senón iniciativa deles para recadar». Dicen tener la conciencia tranquila.

«Non somos delincuentes para que nos traten así, somos traballadores que viven do campo»

Antonio Martínez