El Monte do Gozo se adapta al infierno de la Gladiator

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Dos millares de deportistas sortearán el sábado veintiséis obstáculos en un circuito de nueve kilómetros

24 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El Monte do Gozo cambia estos días de fisonomía y de latido. El sábado por la tarde, y durante unas horas, los protagonistas no serán los peregrinos completando el tramo final de la Ruta Xacobea. Serán dos millares de deportistas que se enfrentan a un escenario preparado para la ocasión, a nueve kilómetros de circuito y veintiséis obstáculos de distinta índole.

A lo largo de los últimos días se realizaron los trabajos de desbroce y acondicionamiento, en un recinto que llevaba ya años sin acoger conciertos ni actividades de esparcimiento.

Eso cambiará radicalmente este sábado, con ocasión de la celebración de la primera edición de la Gladiator Race. Serafín Martínez, presidente de la empresa organizadora, anticipó solo cuáles serán los tres últimos obstáculos: una zona de hielo, otra en la que los participantes tendrán que arrastrar sacos de ocho kilos durante cincuenta metros, y una línea de fuego que coincidirá con la meta.

Con anterioridad los inscritos deberán sortear largos charcos de barro, reptar bajo alambres de espino, esquivar coches descapotados y neumáticos, escalar muros de madera...

La expectación que ha despertado esta primera edición ha sido tal que la organización ha ampliado por dos veces el plazo de inscripción, hasta llegar a los dos mil participantes. Y no son más porque la logística ya no da para más, rozando el overbooking.

La jornada arrancará a las 16.30 con la primera tanda de 150 deportistas. Y cada cuarto de hora se irán incorporando otros 150, hasta las 19.30, aproximadamente.

Serafín Martínez estima que los primeros clasificados probablemente bajarán de la hora en sus tiempos.

El espectáculo estará en el circuito pero también en los aledaños, en las actividades de música y animación que amenizarán la tarde a los espectadores que se acerquen hasta el Monte do Gozo, reconvertido durante unas horas en una especie de campo de entrenamiento de tintes militares. Así se está ultimando la primera edición de un evento que nace con ambición y vocación de continuidad.