Raúl López acapara servicios públicos

x.r. santiago / la voz

SANTIAGO

<span lang= es-es >Registro en el Palacio de Congresos</span>. El SVA registró por orden de la jueza Pilar de Lara el Palacio de Congresos, que gestiona Monbus, y se llevó del edificio carpetas y material informático. A la derecha, Raúl López durante los registros en Lugo.
Registro en el Palacio de Congresos. El SVA registró por orden de la jueza Pilar de Lara el Palacio de Congresos, que gestiona Monbus, y se llevó del edificio carpetas y material informático. A la derecha, Raúl López durante los registros en Lugo. fotos:< / span>xoán a. soler / Eliseo Trigo < / span>efe< / span>

Su grupo empresarial asumió cuatro concesiones con el bipartito y una con el PP

20 mar 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

Con el cambio de la centuria, el empresario Raúl López decidió que era hora también de conquistar la capital gallega, comandada por Xosé Sánchez Bugallo, y empezó a trazar los planes de incursión. Y, a lo grande, ejecutó su operación de desembarco: Monbus se adueñó de la potente y emblemática empresa Castromil, uno de los símbolos históricos de la ciudad. Lo hizo en diciembre del 2001 y, aunque muchos pensaban que iba a revender la firma en una acción especulativa, su intención no era esa y pronto dio signos de que su idea era convertir en un fortín empresarial la plaza capitalina.

Obviamente, López inició esa andadura con otra acción que irrumpía en el meollo emocional de los compostelanos: el Obradoiro, club ya metido entre los grandes tras culminar con éxito su largo periplo judicial. La asamblea no lo dudó a la hora de ofrendarle la presidencia en julio del 2003, en la que continúa más de una década después.

Con esas credenciales enfiló su enardecedora trayectoria, cuyo siguiente paso sobre la alfombra que le tendió la administración compostelana fue hacerse con el transporte urbano. Era una jugada conveniente para Raxoi y para los usuarios, ya que venía a resolver las diferencias entre el transporte urbano y el regular, que copaba las grandes líneas de Santiago. Pero esa jugada había empezado mal, ya que Monbus se enfrentó a Trapsa, adjudicataria del servicio en el 2000, y recurrió la concesión.

Pero las fricciones dieron paso al principio de una gran amistad entre Gerardo Díaz Ferrán, dueño de Trapsa, y Raúl López. Fue el germen de Tralusa, con reparto al 50 %, que gestionó el transporte de la ciudad a partir de diciembre del 2005.

Ya embalado, esa alianza le abrió el camino a Monbus para incorporar nuevos servicios relevantes de la Santiago. Pero antes culminó, en junio del 2010, un acuerdo con Trapsa para hacerse con el 99 % del transporte y de la flota que la firma de Ferrán gestionaba en la capital. El gobierno bipartito presidido por Xosé Sánchez Bugallo vio discurrir la operación como un tránsito empresarial de libre mercado, con un solo condicionante: la cobertura del servicio sin mermas de ningún tipo. Más bien vio una oportunidad de alejar los nubarrones de Trapsa y apoyarse en la fortaleza de Monbus.

En esa línea, no hubo que andar mucho para el siguiente desembarco: el Multiusos de Sar, con presencia nada simbólica en la empresa gestora Xade a través de dos frentes, Trapsa y Sidecu, la otra sociedad presente en la dirección de la instalación deportiva cuyas acciones adquirió Monbus mediante un contrato de compraventa en junio del 2010.

Ese acuerdo tenía que ser ratificado en un pleno en abril del 2011, uno de los últimos del gobierno PSOE-BNG, pero las amenazas del PP de denunciar la operación por considerarla irregular, hizo que el grupo de gobierno se fuese sin ratificarla. La postura del PP le sentó como una patada en el espinazo a Raúl López, que vio a Conde Roa como su enemigo número 1. Pero este ascendió a la alcaldía y la mutua hostilidad regiría sin tregua el trato entre ambos en el mandato popular.

Pero antes de la subida al trono del portavoz del PP, el bipartito le dio el visto bueno, en diciembre del 2010, a la toma de la gestión del mercado de Amio por parte de Monbus, fruto de las negociaciones mantenidas con Trapsa. Esta última iniciativa ha sido fuente de fricciones entre el nuevo equipo presidido por Gerardo Conde y Raúl López.

Congresos en sus manos

El gobierno municipal consideró que con el cambio de gestión Monfobus (marca de Monbus en la explotación de distintos servicios) había heredado una serie de obligaciones económicas y mejoras infraestructurales en las instalaciones de Amio, y la firma lucense no estaba de acuerdo. Incluso pesó por momentos la amenaza municipal de desposeer al empresario del recinto de Amio por incumplimientos.

La salida de Conde Roa relajó la tensión en el seno del grupo de gobierno, aunque solo lo estrictamente necesario. Raúl López no tuvo problemas incluso (su oferta fue muy superior a las demás) en incorporar en septiembre del 2013, bajo el mandato de Ángel Currás (PP), la gestión del Palacio de Congresos. Monfobus acudió aliado con Halcón Viajes al concurso convocado por el Consorcio. Eso significó poner en sus manos las riendas del turismo de congresos de Santiago.

No fue el único contrato logrado por Monbus con el PP, que le adjudicó (a través de su empresa Monforte S.A.) el suministro por rénting de tres vehículos al Concello. Todas las demás asunciones de servicios públicos se produjeron en la larga etapa de Xosé Sánchez Bugallo al frente del gobierno bipartito.

No obstante, López nunca cejó en su empeño de lograr la concesión de nuevos servicios, sin desechar los de menor cuantía, acudiendo incluso a los tribunales para reclamarlos, como en el caso del tren turístico, en donde los jueces le dieron la razón con la disconformidad del Concello.

En la etapa del gobierno compostelano nunca un empresario acumuló tantas actividades municipales lucrativas, cinco en concreto. Hace un par de años Raúl López declaró a este medio que todo lo que consiguió Monbus fue porque apostó para ganarlo. Agregó: «Nadie nos regaló nada». La jueza Pilar de Lara cree que no es exactamente así.

investigación en monbus