La diferencia habría sido sustancial. A Castiñeiras le cayeron tres años por el robo del Códice, pero su condena ha ido sumando otros siete por todo el dinero sustraído de la catedral -2,4 millones entre los años 2000 y 2011- y 190 años por las cartas de sus vecinos, aunque en este caso solo cumplirá tres. Esta insistencia en acumular llevó a Castiñeiras a guardar en sus viviendas documentación sustraída y tan intrascendente como folletos religiosos o fotografías personales. Como anécdota, la fotografía que el que fuera arzobispo de Burgos había enviado al ex deán de la catedral, y que este reconoció emocionado durante el juicio del Códice, «ya echaba yo de menos esta fotografía», dijo entonces.
Precisamente por esta carácter del exelectricista, su defensa pidió en el juicio del Códice que se aplicara el atenuante de enfermedad psíquica. Pero el tribunal consideró que Castiñeiras no actuaba con angustia al robar dinero y documentos, sino que examinaba con detenimiento los papeles. Tampoco es que padeciese cleptomanía o síndrome de Diógenes. Y es que uno de los momentos más relevantes del juicio que comenzó a finales de enero fue cuando se emitieron los vídeos en los que el acusado y ahora condenado robaba tranquilamente papeles, fajos de billetes y revisaba armarios acompañado de una pequeña linterna. Aunque el psicólogo que lo atendió reconoce en su informe que es un acumulador compulsivo y que presentaba un alto nivel de ansiedad que le llevaba a acaparar objetos, en la sentencia se recoge que no hay ninguna enfermedad psíquica que atenúe la pena.