Anne St-Hilaire montó una tienda para asesorar y equipar a todos los canadienses que se embarcan hacia Santiago. Entre sus próximos proyectos está el de abrir un albergue en Galicia
01 jul 2014 . Actualizado a las 13:01 h.El idioma de «La Tienda» no pasa desapercibido en Verdum, uno de los distritos de la ciudad canadiense de Montreal. El establecimiento -cuyo sobrenombre es «d'ici à Compostelle» (de aquí a Compostela)- se ha convertido en los últimos años en una «embajada» jacobea en Québec, un punto de información sobre el Camino de Santiago impulsado y gestionado por una canadiense que se quedó prendada de la ruta y que no pudo, ni quiso, olvidarla. «Cuando llegué a Galicia me enamoré de esa región. La música, la comida, las montañas, la gente... y Muxía... un lugar que doy a conocer a todos los quebequenses que encuentro», aclara de inicio Anne St-Hilaire.
La suya es una de esas historias vitales ligadas y enderezadas por el Camino. Esta norteamericana, amante del senderismo, se embarcó en el 2008 en una larga travesía de 1.400 kilómetros que la llevó a cruzar Francia por etapas y, tras escalar los Pirineos, continuar camino hacia el oeste rumbo a Santiago. En una de las paradas emblemáticas del Camino Francés, en Hospital de Órbigo, conoció a Ángel J. Martín, un español con el que continuó recorrido hasta Santiago y, posteriormente, hasta Fisterra. Finalizado el recorrido la separación de ambos fue solo temporal. Él regresó a Madrid durante unos meses pero en el 2009 hizo las maletas y puso rumbo a Verdum, donde reiniciaría su vida junto a Anne. «Ella siempre me hablaba de 'La Tienda', su proyecto. Su idea y su sueño lo está llevando para delante y lo está consiguiendo», declara orgulloso Ángel.
La Tienda abre en el 2011
Poco a poco, Anne comenzó a darle forma a una iniciativa nacida al albur del Camino. No quería decir adiós a lo vivido. «Créame, es muy difícil para nosotros volver a nuestra vida cotidiana, si es diferente a la del Camino», insiste la canadiense. Por ello empezó a armar una tienda que centralizase toda la información necesaria sobre las distintas rutas. Su meta era dar a conocer la travesía entre los canadienses y, sobre todo, ayudar a los que emprenden el recorrido a superar los diferentes hándicaps con los que ella misma se encontró. «Cuando partí por primera vez, tuve que hacer un verdadero ralli en coche para poder encontrar todo el equipamiento necesario. A pesar de toda esa compra, me encontré con una mochila demasiado pesada y no alcancé a hacer más de 9 kilómetros por día por culpa de ese peso. También pasé mucho frío debido a mi ropa sintética y no apropiada para la humedad. Para nosotros, partir de Quebec para ir a España requiere una organización de mayor nivel».
La Tienda abrió oficialmente sus puertas en junio del 2011 con un amplio espacio dividido por sectores. Al área comercial, donde se vende la ropa y mochilas necesarias para emprender la ruta, se une una librería, con guías y publicaciones sobre el Camino, y una pequeña cafetería. «Nosotros tratamos de informar a los peregrinos, darles seguridad (confianza) y asesorarles de forma personalizada en la compra de su equipo para caminar. También compartimos con ellos nuestro amor por Galicia y Santiago», reitera la propietaria.
El establecimiento también reserva un local para dar clases y talleres de español. La barrera lingüística, que desanima a muchos caminantes extranjeros a emprender la marcha, es para Anne un impedimento a solventar. «Yo no hablaba nada de español cuando hice el Camino por primera vez y para mi atravesar un país como España sin hablar español es como si uno fuese sordo y mudo. Uno no puede hablar con sus gentes y se priva así de una riqueza cultural inconmensurable». Anne se lamenta que, hasta el momento, son pocos los emigrantes españoles que se pasaron por el establecimiento. No así, los quebequenses. «A algunas personas que hablan español les gusta encontrarse aquí, en La Tienda. En cambio, desafortunadamente no recibimos la visita muchos españoles».
Como otra actividad alternativa, los gerentes del establecimiento también programan marchas guiadas por el entorno del lugar, una amplia zona verde bañada por el río Saint Laurent y empleada por los futuros peregrinos para ponerse en forma.
Tras casi tres años de recorrido, Anne confirma que el establecimiento coge vuelo a medida que crece el número de peregrinos canadienses (con datos del 2013, Canadá es el octavo país que más caminantes aporta). «El boca a boca es nuestra mejor publicidad», confirma. Aún así, y pese a esta buena marcha, la fundadora no renuncia a un futuro gallego. «Yo viviría toda mi vida en los caminos. Ahora tenemos el proyecto de comprar una casa en Muxía y abrir un albergue en Galicia. Regresé el año pasado, volveré este otoño y es seguro que iré cada año», garantiza la fundadora.
«¡El Camino hace milagros! Cuando conocí a mi pareja, él no hablaba francés y yo no hablaba español. Ahora, él habla francés y yo un poco más de español!», concluye con una sonrisa.