Agustín Hernández, el hombre de Feijoo que el PSOE quiso frenar en el juzgado

serafín lorenzo SANTIAGO / LA VOZ

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Desde tiempos de Cuíña, la gestión de la obra pública ha sido vivero de delfines en la Xunta

11 jun 2014 . Actualizado a las 11:31 h.

Desde tiempos de Cuíña, la gestión de la obra pública ha sido vivero de delfines en la Xunta. El de Lalín lo fue hasta que le cerraron el paso desde Génova. Lo relevó el propio Feijoo, al que el cemento sirvió de trampolín. Para ser vicepresidente en el último Gobierno de Fraga, y para tomar las riendas del PP a su marcha. Esa tradición no pasó inadvertida en el PSOE tras la caída del bipartito. Feijoo había señalado entre sus hombres fuertes a Agustín Hernández. Confió el traspaso de poderes, junto a Pedro Puy, a este ingeniero madrileño de 52 años que entró en la Xunta con Cuíña. Los socialistas lanzaron la red. Una acusación por supuesta certificación de obras en falso en su etapa anterior como responsable de infraestructuras en la Diputación de Pontevedra marcó su aterrizaje en la consellería que fusionó tres del bipartito: Medio Ambiente, Infraestruturas y Vivenda. El caso tuvo recorrido. El Tribunal Superior de Xustiza admitió a trámite una querella en su contra. Y Hernández declaró como imputado. Pero salió limpio. Superado el episodio, Feijoo fue premiando su gestión con avances en el partido, hasta hacerlo vicesecretario. Su perfil político ha ganado peso mientras su figura se afilaba y su macroconsellería quedaba reducida al esqueleto, víctima de la austeridad. En su haber, Hernández deja reglas básicas como las directrices del territorio y el plan del litoral. En su debe, queda pendiente una Lei do Solo con garantía de continuidad. Pocos compostelanos no se habrán cruzado alguna vez con él mientras recorre la ciudad a golpe de zapatilla. Ahora, llega a la alcaldía como en el 2009 llegó a la Xunta. Porque Feijoo se lo pide.