La rubia, la guapita y el ganadero

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Los jefes de Vendex hablaban en clave para evitar dar los nombres en sus conversaciones de sus contactos en el Concello de Santiago

09 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En Vendex estaban con la mosca detrás de la oreja. La empresa es una de las protagonistas de la presunta macro trama de corrupción política bautizada como operación Pokémon precisamente porque tiene tantos personajes como esos dibujos animados japoneses. Algunos de los hilos de los que ha tirado la jueza de Lugo Pilar de Lara para desmadejar esta maraña de contratos amañados, tráfico de influencias y cobro de comisiones habían asomado su cabeza en las operaciones Carioca y Campeón, de ahí que en Vendex quisiesen ser cautelosos por si acaso. Con esa intención, su delegado en Galicia, José María Tutor, había dado orden de hablar en clave por teléfono e intentar no mencionar por su nombre a los contactos que tenían entre los funcionarios y políticos del Concello de Santiago. La orden fue acatada más bien con laxitud. Muchas veces se les escapaban los verdaderos nombres e incluso en alguna ocasión ni se preocuparon por poner apodos que no fuesen perfectamente identificables.

De los dos funcionarios compostelanos imputados en la Pokémon por amañar, según el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), el contrato de la guardería de Salgueiriños para que el grupo Vendex se hiciese con el servicio solo uno tiene apodo. Se trata de Román Otero, jefe de Contratación de Obras y Servicios, al que llamaban Casacomidas en alusión al conocido establecimiento Casa de Comidas Román.

Al otro, José Manuel Rodríguez Abella, jefe del departamento de Educación, se referían simplemente con su nombre, ya fuese en gallego o en castellano: Xosé o José. Evidentemente, no ha sido muy complicado para el SVA identificarle en las conversaciones que durante años estuvo grabando.

A Bernardino Rama, concejal del PSOE, le llamaban El Padrino, un apelativo incómodo para su portador si es de corrupción de lo que se está hablando, pero en realidad la explicación es más sencilla e inocua. Rama es amigo personal del delegado de Vendex en Santiago, Alberto Quintana. Tanto, que muchos piensan erróneamente que era su padrino de verdad. Y de ahí el apodo.

Tampoco se trabajaron mucho los jefes de Vendex el apodo con el que pretendían ocultar la identidad del que era el concejal de Seguridad Ciudadana. Albino Vázquez, que dimitió tras ser detenido e imputado en la rama de la Pokémon bautizada como Manga, tiene una explotación ganadera en la que cría cerdos y vacas, así que se referían a él como El Ganadero.

En otro alarde de originalidad llamaban a Adrián Varela, concejal de Deportes, como El Deportista y a la primera teniente de alcalde, Reyes Leis -que no está imputada en esta ni en ninguna causa- como La Rubia simplemente porque ese es, natural o no, su color de pelo.

Otro de los ediles que no están imputados en la Pokémon, la concejala de Urbanismo, María Pardo, era La de los Ojos Grandes, que es exactamente su nombre completo, que es María de los Ojos Grandes.

Más de una guapa

Mayores dudas podría producir el apodo que en Vendex dieron a la que por aquel entonces era concejala de Educación. A Rebeca Domínguez le llamaban La Guapita. Guapa es, pero hay más edilas en la corporación que también, por lo que habría podido llevar a error de no ser porque en otras ocasiones aludían a ella por su nombre. Lo mismo que le pasaba al propio regidor, Ángel Currás, que en ocasiones era El número 1, pero otras veces simplemente el alcalde o se referían a él diciendo que el asunto «venía de arriba».

Nada cuidadosos eran precisamente con dos de las figuras a las que el SVA atribuye estar en el centro de la presunta trama de corrupción. José Luis Míguez, gerente en Santiago de Aquagest -otra empresa investigada- era El Pesetas, que es su apodo de toda la vida, o El Pequeño, porque es bajito. Ángel Espadas, jefe de gabinete del excalcalde, Gerardo Conde Roa -también imputado-, era El Puñales, un simple juego de palabras con su apellido que demuestra que en Vendex no tenían futuro como agentes secretos, como demuestra el detallado informe de implicados en la investigación con nombres y apodos que obra en el sumario.